
La Superliga tiene un serio problema con el Gobierno británico. La reforma del fútbol en Inglaterra que entrará en vigor en 2024 y que cuenta con el apoyo del Gobierno choca de frente con la creación de una nueva competición europea. De hecho, la prohíbe y amenaza con la expulsión de la Premier League a aquellos equipos que decidan unirse a la Superliga o a cualquier competición externa a la UEFA o la FIFA.
Es una reforma que lleva desarrollándose desde 2021, cuando doce clubes europeos, entre ellos seis ingleses -Arsenal, Chelsea, Tottenham Hotspur, Liverpool, Manchester City y Manchester United-, se proclamaron fundadores de la Superliga Europea.
La reacción de los aficionados ingleses, con protestas tanto dentro de los campos como fuera de ellos, hicieron recular de inmediato a los seis clubes de la Premier, que decidieron, al menos de forma pública, salirse del proyecto. El Gobierno británico tomó nota y comenzó a fraguarse una reforma del fútbol inglés.
La reforma incluye la creación de un regulador independiente que medie en disputas, mejorar el test a dueños y propietarios para evitar problemas económicos en los clubes, así como la entrada de clubes estado, incrementar la representación del aficionado y que tenga poder de decisión y mejorar el reparto de dinero en la pirámide del fútbol inglés.
Ese regulador independiente también tendría el poder de prohibir que los clubes puedan unirse a competiciones no reconocidas por la Premier League.
En un principio, la Premier se desmarcó de esta reforma y la vio con malos ojos por la interferencia de agentes externos que creen que puede dañar la marca de la liga y los ingresos a largo plazo. Con un contrato recién firmado de más de seis millones de libras por cuatro años de derechos televisivos domésticos y otro aún por anunciarse de derechos internacionales, la Premier quiere mantener su hegemonía como la mejor liga del mundo y le preocupa a partes iguales la disposición de seis clubes a unirse a la Superliga como que meta mano un regulador externo.
La idea del Gobierno es sacar adelante está reforma -en la que está incluida la denominada Ley ‘Anti Superliga’-, lo que supondría un durísimo golpe para la nueva competición. De hecho el Gobierno británico ha publicado una declaración mostrándose totalmente contrario a la creación de la Superliga.
El intento de crear una competición independiente fue un momento decisivo en el fútbol inglés y fue condenado universalmente por los aficionados, los clubes y el Gobierno. En aquel momento tomamos medidas decisivas al poner en marcha la revisión de la gobernanza del fútbol dirigida por los aficionados, que pedía la creación de un nuevo regulador independiente para el fútbol inglés. En breve presentaremos la legislación que lo hará realidad e impedirá que los clubes se unan a competiciones similares en el futuro".
