L D (EFE) Sánchez no pasó por alto el bajón físico de su adversaria para dar la vuelta a un duelo que se prolongó durante más de dos horas y media y que plasmó sobre la pista central del Club Internacional de Majadahonda (Madrid) las ambiciones de dos jugadoras ansiosas, por diversos motivos, de aderezar su particular historial con este título.
La jugadora salmantina, instalada entre las cincuenta primeras de la clasificación mundial, suspira por llenar parte del espacio de la herencia dejada por Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, de constatar el salto de calidad que se espera y confirmarse entre las notoriedades de la raqueta hispana. María Antonia ya ha tomado impulso.
Lourdes Domínguez, por su parte, quería saldar la deuda que ha mantenido con el tenis desde que un positivo por cocaína en un control de dopaje la devolviera a los sótanos del deporte y la apartara de sopetón de la cumbre que alcanzó tras lograr, en 1999, el torneo de Roland Garros en categoría júnior y ser revelada como una de las firmes promesas de la raqueta femenina nacional.
Domínguez, que cumplió la sanción de seis meses, se levantó desde abajo al inicio de la temporada. Presurosa por recuperar el terreno perdido. Inició el Campeonato de España desde el puesto 41 del ránking nacional y eliminó, una por una, a las adversarias que le impuso el cuadro. Alexandra Recio, Gisela Roura, octava favorita, y María José Sánchez Alayeto, segunda cabeza de serie. Nadie más que la pontevedresa, de veintidós años, ansiaba tanto este torneo. Y lo tuvo en la mano. Empezó con fuerza y, desde el fondo de la pista y una repartida y variada gama de golpes, se anotó el primer set (6-2).
Lourdes mantuvo el ritmo mientras María Antonia se descomponía. En el tercer juego de la segunda manga volvió a romper el servicio de la salmantina. Tomó carrerilla hasta el décimo. La hora de firmar el partido con 5-4 y saque a favor. Tuvo dos bolas para ganar el duelo. Dos match ball que no aprovechó. Fue entonces cuando Sánchez Lorenzo tomó impulso. Reaccionó y aunque tuvo dos bolas de set para empatar el encuentro tuvo que esperar a una nueva remontada en la muerte súbita para forzar el tercer set.
Para entonces, Lourdes Domínguez ya se había venido abajo. Física y mentalmente. María Antonia, no perdonó, conquistó el título y se hizo con un trono que en el cuadro masculino ya logró Feliciano López, su compañero sentimental.
La jugadora salmantina, instalada entre las cincuenta primeras de la clasificación mundial, suspira por llenar parte del espacio de la herencia dejada por Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, de constatar el salto de calidad que se espera y confirmarse entre las notoriedades de la raqueta hispana. María Antonia ya ha tomado impulso.
Lourdes Domínguez, por su parte, quería saldar la deuda que ha mantenido con el tenis desde que un positivo por cocaína en un control de dopaje la devolviera a los sótanos del deporte y la apartara de sopetón de la cumbre que alcanzó tras lograr, en 1999, el torneo de Roland Garros en categoría júnior y ser revelada como una de las firmes promesas de la raqueta femenina nacional.
Domínguez, que cumplió la sanción de seis meses, se levantó desde abajo al inicio de la temporada. Presurosa por recuperar el terreno perdido. Inició el Campeonato de España desde el puesto 41 del ránking nacional y eliminó, una por una, a las adversarias que le impuso el cuadro. Alexandra Recio, Gisela Roura, octava favorita, y María José Sánchez Alayeto, segunda cabeza de serie. Nadie más que la pontevedresa, de veintidós años, ansiaba tanto este torneo. Y lo tuvo en la mano. Empezó con fuerza y, desde el fondo de la pista y una repartida y variada gama de golpes, se anotó el primer set (6-2).
Lourdes mantuvo el ritmo mientras María Antonia se descomponía. En el tercer juego de la segunda manga volvió a romper el servicio de la salmantina. Tomó carrerilla hasta el décimo. La hora de firmar el partido con 5-4 y saque a favor. Tuvo dos bolas para ganar el duelo. Dos match ball que no aprovechó. Fue entonces cuando Sánchez Lorenzo tomó impulso. Reaccionó y aunque tuvo dos bolas de set para empatar el encuentro tuvo que esperar a una nueva remontada en la muerte súbita para forzar el tercer set.
Para entonces, Lourdes Domínguez ya se había venido abajo. Física y mentalmente. María Antonia, no perdonó, conquistó el título y se hizo con un trono que en el cuadro masculino ya logró Feliciano López, su compañero sentimental.