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Aladár Gerevich, el medallista eterno de los Juegos Olímpicos

Ni la Segunda Guerra Mundial interrumpió su exitosa carrera, que le llevó a ser medallista olímpico durante 28 años.

Ni la Segunda Guerra Mundial interrumpió su exitosa carrera, que le llevó a ser medallista olímpico durante 28 años.
Aladar Gerevich, en una de sus últimas competiciones. | Archivo

Michael Phelps es, hasta la fecha, el mejor medallista de la historia de los Juegos Olímpicos. No hay duda. Sus 28 preseas, 23 de ellas de oro, así lo constatan. Pero si hablamos del deportista que ha sumado más Juegos Olímpicos conquistando medalla, el nombre es más desconocido: Aladár Gerevich. Un hombre que ni siquiera aparece cuando se habla de los mejores deportistas olímpicos de todos los tiempos. Pero su historia demuestra que habría que tenerle en cuenta.

Aladár Gerevich nacía el 16 de marzo de 1910 en Jászberény, Hungría. En 1932, con 22 años, acudía a su primera cita olímpica a Los Angeles, como un esgrimista desconocido, pero que sorprendió a todos siendo una pieza clave en la prueba de equipos que se llevó Hungría. Victoria que el conjunto magiar repetiría en Berlín 1936.

Con 26 años, Gerevich ya contaba con dos oros, y se estaba destacando como esgrimista individual, con buenos resultados a nivel europeo y mundial. Pero dos años antes de que llegaran los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1940 estalló la Segunda Guerra Mundial, como todos conocen. Se truncaba para el húngaro una oportunidad magnífica de repetir oro por equipos, y de luchar por alguna medalla a nivel individual.

No sólo fueron los de 1940. También los de 1944, que en principio debían celebrarse en Londres, fueron cancelados. 12 años sin Juegos, hasta que llegaron los de Londres 1948. 12 años en los que Gerevich podría haber seguido acumulando medallas, pero la Guerra se lo impidió.

Pero con 38 años ya en su haber, Gerevich volvió a aparecer en los Juegos. Y mejor que nunca. A una nueva victoria por equipos, le sumó otro oro en la prueba individual. Sin duda, se consolidaba como uno de los esgrimistas más grandes de todos los tiempos, a pesar del enorme parón.

En 1952, en Helsinki, se quedó a las puertas del doblete: oro en la competición por equipos, plata en la competición individual. Se cumplían ya 20 años desde su primera victoria olímpica. Y en 1956, en Melbourne, Gerevich y su equipo húngaro conseguían la quinta victoria olímpica consecutiva.

La historia de Aladár Gerevich se redondea en 1960. En las clasificaciones para Roma, el Comité de Esgrima húngaro le dijo que ya estaba demasiado mayor para poder competir. Que debía dar paso a gente más joven. Con 50 años, él dijo que estaba de acuerdo en lo de dar paso a los jóvenes, pero sólo si demostraban que eran mejor que él. Así que retó a todo el equipo magiar a un combate individual. Y Gerevich derrotó a todos.

Al Comité no le quedó más remedio que recapacitar e incluir a Gerevich en el equipo olímpico, equipo que, una vez más, conquistó el oro. A nivel individual, un único toque le dejó fuera de la lucha por las medallas. Fue entonces cuando decidió que había llegado la hora de su retirada.

Lo hacía como el único deportista capaz de ganar la misma prueba olímpica en seis ocasiones consecutivas, y eso a pesar de los dos Juegos cancelados por la Guerra. Y lo hacía con otro hecho insólito: 28 años habían transcurrido desde su primer oro hasta el último.

Aladár Gerevich pasó a ser entrenador de esgrima desde su retirada en el Vasas Sports Club de Budapest, hasta el último día de su vida, que se terminó con 81 años. Su hijo Pal devolvió el apellido Gerevich al medallero olímpico tras sumar dos bronces, en Munich 72 y Moscú 80.

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