No es Rolls-Royce una marca revolucionaria, más bien un fabricante clásico y marcado por la tradición. Por eso, cada vez que la marca británica lanza un nuevo modelo, no deben esperarse grandes cambios… Y mucho menos cuando se trata de uno de los estandartes del fabricante británico encuadrado en el Grupo BMW. Pues la octava generación del Phantom, que acaba de ver la luz, significa un pequeño terremoto en la marca.
Para empezar, el nuevo Phantom estrena una plataforma modular que la marca utilizará en futuros modelos, como el SUV Cullinan, el primer todocamino de Rolls que está en la última fase de su desarrollo, o en modelos de BMW como el futuro X7. Esa plataforma apuesta por el uso del aluminio de forma masiva, con lo que consigue una importante ligereza en su construcción, que redundará en un mejor comportamiento y un menor consumo.
Datos a tener en cuenta porque el Phantom seguirá ofreciéndose con dos longitudes de carrocería, la normal, que rozará los 6 metros de longitud, y la alargada, que los sobrepasará. Las puertas seguirán siendo de apertura enfrentada y en el interior se ofrecerán diversas alternativas para los pasajeros traseros: una banqueta corrida, dos asientos individuales con reposabrazos central, dos asientos individuales con una consola central fija o incluso un sillón reclinable
Y en el apartado mecánico, solo un motor, el 12 cilindros con doble turbo y 6,75 litros de cilindrada que desarrolla 571 caballos y 900 Nm de par máximo. La tracción es trasera, la dirección es a las ruedas delanteras o a las cuatro ruedas. Y el confort de marcha lo garantiza una suspensión neumática con una función que registra los baches que hay en el camino y adapta el funcionamiento para pasar por encima de la manera más confortable posible.
Más información del Rolls-Royce Phantom.