Lejos, muy lejos, quedan aquellos Lakers del Showtime, aquel equipo que maravillaba en el Forum de Inglewood con los Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar, James Worthy... O, no hace tanto tiempo, con aquel conjunto, dirigido por Phil Jackson, que ganó dos anillos consecutivos (2009 y 2010) con Kobe Bryant, Pau Gasol, Derek Fisher y Andrew Bynum, entre otros, en sus filas.
Pero las vacas son cada vez más flacas en el Staples Center de Los Ángeles. Al menos en el equipo de púrpura y oro, pues sus vecinos Clippers (5-3) sí tienen marca ganadora en lo que va de temporada en la NBA.
Si los problemas ya empezaron con Mike Brown en el banquillo y continuaron con Mike D'Antoni, Byron Scott no es ni mucho menos el hombre que pueda salvar la nave laker. O al menos por lo que se ha visto hasta ahora.
Ver jugar ahora mismo al conjunto angelino es un auténtico suplicio. Lentos y previsibles, los Lakers lo fían todo a su gran estrella, Kobe Bryant, pero el veterano escolta está atravesando uno de los peores momentos de su carrera. Si ante los Memphis Grizzlies hizo historia negativa al convertirse en el jugador de la NBA que más tiros de campo fallaba en un partido (16 de 26), quitándole la marca al mítico John Havlicek, tres días después, contra los San Antonio Spurs, metió una sola canasta de 14 intentos.
"Fue una de esas noches en las que me hace recordar el reto de tener 36 años y llevar 19 temporadas", trató de justificarse Bryant tras la derrota frente a los actuales campeones.
Las cosas mejoraron algo en el plano individual para Kobe este domingo al anotar 44 puntos (15/34 tiros de campo), aunque los Lakers volvieron a perder, esta vez frente a unos Golden State Warriors liderados, cómo no, por Stephen Curry (30 puntos).
Decenas de famosos volvieron a darse cita en el Staples Center para ver a los Lakers y entre ellos, cómo no, el siempre fiel Jack Nicholson. Pero el protagonista de El Resplandor, Alguien voló sobre el nido del cuco o Chinatown, entre otros clásicos del séptimo arte, se aburrió como nadie, y la fotografía que ilustra esta crónica es una irrefutable evidencia.