En la madrugada del viernes, Rafa Nadal y Roger Federer escribirán un nuevo capítulo de una rivalidad única e irrepetible. Nadal ha ganado 22 de sus 32 enfrentamientos con el suizo, pero fue en los últimos dos años, cuando el español mostró una superioridad abrumadora ante el de Basilea, al derrotarle en los cuatro partidos que se enfrentaron, cediendo tan solo un set.
Sin embargo, todo indica que esta semifinal del Abierto de Australia va a ser más igualada que nunca, porque Federer ha recuperado su mejor juego, mientras que el rendimiento del balear se ha visto mermado por su lesión en la mano. Por tanto, ante el de Basilea se presenta una oportunidad única de derrotar a su bestia negra. Ante Jo-Wilfried Tsonga y Andy Murray, el suizo ha demostrado no sólo su mejor juego, sino también un tenis muy variado y evolucionado.
En los cuartos de final ante el escocés, Federer registró unos números de récord al ganar 78% de los puntos jugados con el primer saque, y 64% de los puntos jugados con el segundo. Con su saque, el ganador de 17 Grand Slam prácticamente no dio opción alguna a Murray, que en todo el partido sólo dispuso de dos bolas de break. Por otro lado, tanto contra el británico como contra Tsonga, el suizo se mostró muy agresivo y seguro cuando restaba, y en el partido contra Murray tuvo 17 bolas de ruptura.
No obstante, hay otro aspecto en el que más se ha notado la evolución del juego de Federer. El de Basilea subió a la red 66 veces, de las cuales logró 44 puntos, mostrando un 74% de efectividad. Se puede afirmar que en esta mejora tiene mucho que ver el nuevo entrenador del suizo, Stefan Edberg.
El sueco es uno de los mejores voleadores de la historia, y su contratación ya se hizo notar en este aspecto, ya que Federer ya sabe elegir mejor el momento más apropiado para subir a la red. El suizo también ha mostrado en Melbourne un revés mucho más agresivo y variado, pero tal vez, el factor más importante para su alto rendimiento es su perfecto estado físico, que le ha permitido defenderse mejor y aguantar los peloteos, lo que podría ser decisivo contra Rafa Nadal.
Por otro lado, a pesar de alcanzar por cuarta vez las semifinales del Abierto de Australia, el español no se encuentra en su mejor estado físico y técnico. La lesión de su mano izquierda sigue siendo el principal motivo de preocupación, ya que no le deja servir con normalidad. En los cuartos de final ante Grigor Dimitrov, el saque de Nadal perdió su eficacia, y el español cometió siete doble faltas en todo el partido.
Además, hace unos días el balear reconoció que su lesión en la mano le impedía sentir la bola y la raqueta, lo que explica sus 47 errores no forzados en su duelo contra Dimitrov. Pero fue precisamente contra el joven búlgaro, que tiene un estilo de juego muy similar al de Federer, cuando Nadal demostró cómo hay que jugar contra tenistas con revés a una mano.
El español ganó los puntos decisivos contra Dimitrov al presionarle el revés con derechas liftadas. Esta estrategia siempre ha sido muy eficaz ante el mismo Federer, pero el éxito de Nadal en la semifinal depende, sobre todo, de la evolución de su lesión, y por tanto, de la posibilidad de volver a sacar con eficacia, tal y como lo hizo en el US Open.
En cuanto a los duelos entre Nadal y Federer en pista dura, el español tiene una ligera ventaja al ganar siete partidos frente a los seis del suizo. Además, el balear nunca ha perdido contra Federer en un partido de Grand Slam de pista dura. Sus únicos dos enfrentamientos directos en esta superficie se disputaron, precisamente, en el Open de Australia en 2009 y 2012, cuando el español derrotó al suizo.