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Greenspan también abandona a Obama

El ex presidente de la FED, Alan Greenspan, critica la política económica de Obama, basada en grandes planes de gasto público, cuyos efectos son más perjudiciales que beneficiosos. Aboga por aumentar impuestos para reducir el déficit. Y todo esto, mientras el equipo económico de Obama se descompone. (Volver)

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breviari dijo el día 25 de Septiembre de 2010 a las 11:13:36:
.....Loboe:

.....el suyo ès uno de los comentarios màs "lucidos" que he leìdo en mucho tiempo, sobre todo el final....."...Porque en caso contrario, al agravio recibido, tendremos que sumarle la responsabilidad de padecerlo...."....èsta frase resume lo que sucede en España y sucederà....

.....un saludo....
algoritm dijo el día 23 de Septiembre de 2010 a las 17:28:05:
Greenspan debe de ir a la cárcel. Iluso.
Fisgon dijo el día 23 de Septiembre de 2010 a las 17:21:08:
Después de la probadita con Obama, creo que los norteamericanos van a quedar vacunados contra los cantamañanas por los siglos de los siglos. No hay mal que por bien no venga.

Algo así pasará en España gracias al enema sufrido con Zapatero. Nada más con ver una Zeta nos estrará cagalera. Habrá que pensar en modificar la última letra del alfabeto.
paserifo dijo el día 23 de Septiembre de 2010 a las 16:27:17:
Podrá ser un convencido del "gold standard", pero no parece que haya hecho nada en su vida para favorecer el regreso al mismo.
carlitro dijo el día 23 de Septiembre de 2010 a las 12:20:13:
A los EEUU también les ha caído una buena con el morenito. Qué, progres, os mola vuestro amigo Obama?, ja, ja, ja, ja, ja, ja . . .
loboe dijo el día 23 de Septiembre de 2010 a las 11:47:30:
Sin ser un experto en asuntos económicos -dudo que alguien lo sea realmente-, creo que el artículo encierra las claves para entender la génesis de la crisis actual y al fascinante personaje "que ha manejado la política monetaria de los Estados Unidos como presidente de la Reserva Federal durante dos décadas, y cuyos conocimientos monetarios y financieros le colocan en una posición privilegiada para comprender lo que está ocurriendo".

Este señor, que hasta hace bien poco pasara por ser poco menos que el "susum corda" de la economía, no podría negar su enorme participación en la gestación de la terrible crisis que estamos padeciendo, debido precisamente a su larguísimo mandato y a su privilegiada posición.

Respecto a comprender lo que estaba ocurriendo, cabrían dos hipótesis: que era consciente y lo consintió, que lo convertiría en un villano amoral y sin escrúpulos, o que no entendía lo que estaba ocurriendo, lo que nos conduciría a la terrorífica idea de que la economía de la primera potencia mundial estaba en manos de un indocumentado -no quiero pensar qué será de las menos poderosas y desarrolladas-.

Lo que tiene bastante gracia es que a estas alturas, después de aceptar complacido durante años ser el gran Oráculo de la Economía, se descuelgue reconociendo "las grandes limitaciones -por la imposibilidad de conocer todas las variables necesarias- a las que se enfrentaba al mando de la autoridad monetaria", lo que en roman paladino resulta equivalente a admitir que de predicción económica sabía aproximadamente lo mismo que Gila de la meteorológica cuando avisaba: "mañana lloverá o no lloverá, eso es cosa del tiempo. Pasado lo sabremos".

Me parece natural y hasta humano que pese a su edad, intente ahora echar el culo fuera y hacernos creer que con él ocurre lo mismo que con mi mujer, que siempre tiene razón y que el culpable era yo que en aquel momento pasaba por allí.

En resumen, creo que el corolario de todo esto es doble:

Que quizás deberíamos huir de los expertos en economía como de la peste. Al menos de todos aquellos que pretendan ir más allá de las "cuentas de la vieja" o de la vieja receta de mi abuelo: gastar siempre algo menos de lo que se ingresa.

Que un tonto o un malvado sin poder son inofensivos, pero cualquiera de ellos con el suficiente, pueden causar lágrimas y dolor a millones de personas durante mucho tiempo. Mantengámoslos pues apartados de donde puedan originar ningún daño excepto a ellos mismos. Porque en caso contrario, al agravio recibido, tendremos que sumarle la responsabilidad de padecerlo.
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