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Estreno 25 de junio

Tenías que ser tú: Sí, es otra estúpida comedia romántica americana

Anna está decidida a casarse y no duda en trasladarse a Irlanda para aprovechar la fecha del 29 de febrero, en la que tradicionalmente las irlandesas piden el matrimonio a sus novios. Pero allí el destino le obligará a cruzarse con un hosco irlandés. ¿Qué pasará a continuación? ¿Acaso lo dudan?...

Anna está decidida a casarse y no duda en trasladarse a Irlanda para aprovechar la fecha del 29 de febrero, en la que tradicionalmente las irlandesas piden el matrimonio a sus novios. Pero allí el destino le obligará a cruzarse con un hosco irlandés. ¿Qué pasará a continuación? ¿Acaso lo dudan?...
Los guionistas de Tenías que ser tú dicen en el press-book de la película que querían contar una historia "sencilla y perfectamente creíble", y que una vez encontraron la premisa enunciada más arriba, el guión fue escrito en muy poco tiempo. Dado el escaso ángel de la película, apoyada exclusivamente en el incuestionable talento de Amy Adams y en los paisajes irlandeses, no me extraña en absoluto.
 
El problema de Tenías que ser tú es que incluso dentro de su género, carece de los adornos necesarios para llamarnos la atención. Por el film, pulcramente filmado por Anand Tucker, apenas circulan muchos de los aditamentos que hacían que títulos como La boda de mi mejor amigo o incluso Algo pasa con Mary levantasen el vuelo como película. No hay secundarios realmente divertidos (sorprendente la poca cancha que se le da al estupendo John Lithgow: apenas sale una escena), no se generan situaciones atrevidas, y todo depende de las sonrisas de Amy Adams y los prodigiosos paisajes irlandeses, de los que la formidable fotografía de Newton Thomas Sigel saca todo el partido que la historia le permite.
 
En estas circunstancias, poco más queda que decir, y más cuando los espectadores españoles también tienen en cartelera En la boda de mi hermana, film tan rutinario y torpe como éste, pero con cierta vena alocada de la que carece la presente. El humor de Tenías que ser tú es excesivamente blanco, y su apuesta por la comedia romántica y un tono quizá más melancólico apenas tiene relevancia. Por mucho que lo digan los guionistas, la sencillez de los diálogos que Amy Adams o Matthew Goode interpretan con buen oficio no deriva en una mayor franqueza o naturalidad, y lo visto de sus situaciones tampoco tiene el aliento de cine romántico clásico. Tenías que ser tú es, simplemente, una película más vista que el tebeo que va muy por detrás del espectador más adocenado, y que sólo sirve como pasatiempo ingenuo para paladares poco exigentes.

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