Martes, cuatro de la tarde, comienza el primer pleno de la XI legislatura. Sergio Pascual ocupa su escaño con cara seria, sin dirigirse la palabra con Pablo Iglesias. Durante más de tres horas, el por entonces secretario de Organización de Podemos se mantiene en su puesto cabizbajo, con la mirada puesta en la mesa de su escaño.
A las siete y media pasadas Pablo Iglesias se sube a la tribuna de oradores donde presenta su propuesta para la creación de una comisión contra la corrupción. Al finalizar su discurso, las cámaras del Congreso de los Diputados apuntan a la bancada morada. Allí dirigentes del partido como Rafa Mayoral o Irene Montero aplauden de forma efusiva la intervención de su líder, no así Sergio Pascual que, con la mirada perdida, parece que esté ya en otro lugar.
Pasadas las nueve de la noche se da por terminado un pleno que duró más de cinco horas. Pablo Iglesias abandona el Hemiciclo con prisa hacia su despacho en el Congreso. Fue allí donde a partir de esa hora se planeó cómo se le iba a comunicar su cese a Sergio Pascual, una decisión que Iglesias había tomado ya horas antes. Pero sobre todo se estudia cómo se va a dar a conocer la noticia a los medios de comunicación. En ese despacho, tan sólo se encuentran algunos de los dirigentes más cercanos a Pablo Iglesias, y es el propio líder de Podemos el que se lo comunica a Pascual desde esa misma estancia.
Minutos después, el mensaje corre por los teléfonos móviles de todos los dirigentes y colaboradores de Podemos. Algunos, muy cercanos a Íñigo Errejón, incluso se muestran sorprendidos por la noticia.
A las once y media de la noche, la Secretaría General de Podemos envía a los periodistas un comunicado de tres párrafos en el que se anuncia el cese de Pascual, pero sobre todo se precisa que su cargo, hasta nuevo aviso, va a recaer en las manos del propio Pablo Iglesias y equipo.