El escritor y periodista argentino Martín Caparrós, a quien podemos leer habitualmente en El País, ha publicado en The New York Times un artículo titulado "A Sumajestad, el rey de España" en el que aconseja a Felipe VI que abdique, se consiga una casa y se busque "un buen empleo".
Descendiente de un republicano español que tuvo que exiliarse a Buenos Aires, Caparrós dice a "Sumajestad" que "tiene una vida rara": "Para empezar, nunca debió ganársela: tiene, desde antes de nacer, sus necesidades básicas –y muchas otras– satisfechas. Tiene, desde antes de nacer, por un sistema caprichoso que solo se le aplica a usted, su vida más o menos definida. Y le tocó, en esa extraña lotería personal, un trabajo rumboso pero bastante rutinario". "No debe ser fácil, señor Sumajestad. Nunca es fácil ser un heredero: ser ese que debe todo a los esfuerzos –políticos, económicos, públicos, ocultos– de papá", añade.
"Sin rencores", el periodista dice al Rey que "debería pensar en renunciar": "Así que no es nada personal. Al contrario, creo que es por su bien, por eso se lo digo. Su trabajo es aburrido y un poco rancio y bastante cómodo –no tiene jefes, no lo pueden echar, no hay quién le mida los horarios, no pueden amenazarlo con una reducción de personal– pero tiene una exigencia fuerte: debe usarlo, señor Sumajestad, para buscar su lugar en los libros de historia. Y no es fácil: su papá, señor, hizo lo más difícil".
Además, Caparrós dice que la "renuncia" generaría "sorpresa" y "respeto": "En una sociedad donde nadie tenga privilegios por motivos tan bobos como su ascendencia, es más fácil postular que nadie debe tenerlos por su dinero o su poder: que si alguien engaña o roba debe ir preso, sea quien sea, tenga lo que tenga; que si alguien necesita comida o salud o educación debe obtenerlas, sea quien sea, sin diferencias de poder o dinero, y todos viviríamos mejor".