La Guardia Civil trata de esclarecer el tiempo que Laura Luelmo estuvo retenida contra su voluntad antes de morir de un fuerte golpe en la frente propinado por Bernardo Montoya, el detenido por estos hechos que este miércoles ha confesado en dependencias policiales ser el autor del crimen. Los investigadores no descartan que la joven maestra muriera malherida en el paraje donde se halló el cuerpo.
La autopsia realizada este martes en el Instituto de Medicina Legal (IML) de Huelva ha revelado que Laura Luelmo sufrió una agresión sexual. Además, la Guardia Civil ha encontrado en la casa del presunto asesino restos de sangre en una manta. También han hallado más restos biológicos en el coche del detenido.
Bajo custodia policial, Bernardo Montoya, vecino de El Campillo de 50 años que acababa de salir de prisión por dos robos con violencia –antes estuvo en la cárcel por matar a una anciana–, ha incurrido en contradicciones e inexactitudes hasta que este miércoles, todavía sin cumplirse 24 horas de su detención, ha confesado ser el autor del crimen.
Según explican a Europa Press fuentes de la investigación, el interrogatorio de Bernardo Montoya prosigue –ya ha salido de la comandancia de Huelva para realizar diligencias policiales– para tratar de clarificar si la muerte de Laura Luelmo sucedió tras ser raptada contra su voluntad, para lo que habría utilizado su coche negro marca Alfa Romeo, como creen los investigadores.
No se descarta que la joven muriera malherida en el paraje donde se halló el cuerpo el pasado lunes, extremo este último que defiende el detenido, que en su relato ante los agentes ha comentado que entabló una conversación con la maestra, aunque no llegó a consumar la violación. La chica habría sido golpeada e introducida en el maletero del coche, según informan varios medios.
El equipo del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil está analizando los restos biológicos y las pruebas halladas. La principal línea de investigación es que la maestra zamorana de 26 años fue raptada entre el 12 de diciembre, el día de su desaparición en El Campillo (Huelva), y el momento en el que la autopsia ha fijado su muerte, entre el 14 y el 15 de diciembre, es decir, entre dos o tres días después.
El cadáver de Laura se encontraba boca abajo en un paraje a las afueras de El Campillo, en las inmediaciones de la N-435. Del mismo alertó sobre las 12:00 horas del lunes un voluntario que participaba en las labores de búsqueda, ya que encontró prendas de mujer. La Guardia Civil halló a unos 200 metros del lugar del hallazgo de las prendas el cadáver, semioculto en una zona de terraplén y matorrales.
También se analiza el coche negro marca Alfa Romeo que Bernardo Montoya conducía cuando fue detenido este martes y su relación con el crimen. El arresto se produjo el martes cuando sospechó del seguimiento de la Guardia Civil, parando el coche en un punto entre El Campillo y el pueblo vecino de Cortegana para tratar de huir corriendo campo a través. El detenido fue llevado al puesto de Valverde del Camino, pero anoche se decidió trasladarlo a la comandancia de Huelva.
Al frente del interrogatorio se encuentran los expertos de la Unidad Central Operativa (UCO) que intervinieron en los casos de Diana Quer o el niño Gabriel Cruz. Disponen de un plazo legal máximo de 72 horas, antes de que Bernardo Montoya pase a disposición de la juez de Valverde del Camino, que ha decretado el secreto del sumario. Está previsto realizar una reconstrucción de los hechos.
Una vez que la autopsia en el Instituto de Medicina Legal de Huelva datara la muerte de Laura por un fuerte golpe en la frente, los expertos de la Guardia Civil se centran ahora en completar el análisis de las pruebas recurriendo al laboratorio móvil del Servicio de Criminalística desplazado por carretera desde Madrid a Huelva. También se movilizó el helicóptero del Equipo Central de Inspecciones Oculares (ECIO).
Se mantiene la búsqueda de pruebas consideradas claves como el teléfono móvil de Laura Luelmo. La profesora se acababa de instalar en una vivienda de El Campillo, municipio de 2.000 habitantes, que había alquilado después de lograr un empleo como interina en el Instituto de Nerva, a unos ocho kilómetros.