José Manuel Soria fue definitivamente olvidado por su partido. Al menos, de cara a la galería. Mariano Rajoy no le dedicó ni una palabra apenas 24 horas después de que renunciara a todos sus cargos políticos, acorralado por sus vínculos con paraísos fiscales. El PP protagonizó en Zaragoza una convención nacional de más de dos horas y media, y nadie dijo nada del ya exministro. Únicamente se habló de él en pasillos, entre susurros.
Con su silencio, Rajoy trató de dar por amortizado el caso y volver a llevar su discurso estándar a los telediarios. No ha declarado nada de Soria, su otrora poderoso ministro y amigo personal, desde que su nombre apareciera en los denominados papales de Panamá, el pasado lunes. Tampoco ha dado explicaciones por la presunta trama de corrupción en el Ayuntamiento de Granada o por la multa de la Agencia Tributaria a José María Aznar. Se acabó la política de acercamiento a los medios de comunicación. "Buenos días", fue lo más que contestó a los informadores.
Esta semana, que la dirección admite que ha sido "terrible", Rajoy tenía dos actos en la agenda. Uno en Cuenca el jueves, donde esquivó a los periodistas tras conocerse que Soria tenía una sociedad en Jersey. Ya en el atril, se centró en defender la vigencia de las Diputaciones y en atacar a Pedro Sánchez. El segundo evento fue este sábado en Zaragoza, con Soria ya fuera del Consejo de Ministros. En esta ocasión, puso el acento en la educación, y volvió a criticar al líder socialista. Según sus propias palabras, eso es "lo importante" y lo que le preocupa de verdad a los españoles.
Rajoy no le pidió a Soria que se fuera, pero le dejó caer, como ya hizo con otros cargos de su formación. El mutismo del Gobierno y el PP el jueves por la tarde fue demoledor para el aún ministro, que en privado admitía que no tenía forma de explicar lo de Jersey. Finalmente, a última hora del día, decidió irse, y el presidente no puso pegas. "La situación era insostenible y él no podía explicarse. Renunció agobiado por las informaciones y el jefe aceptó", fue el resumen de un miembro de la dirección nacional.
Con este panorama, al que añadir el ataque final de Cristóbal Montoro a Soria asumido por Soraya Sáenz de Santamaría, Rajoy se presentó en la capital de Aragón acompañado por buena parte su cúpula. Su intención, pasar página. Y así lo hizo, aunque los informadores intentaran de él una declaración sobre el exministro. Rajoy reiteró su oferta de gran coalición, aunque a renglón seguido denunció el "boicot" del PSOE y la "actitud mendicante" de Sánchez con respecto a Podemos y los independentistas.
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"Vamos a mantener nuestra posición hasta el final. No se trata de ser investido, se trata de poder formar un Gobierno que lo pueda ser durante cuatro años. España necesita un Gobierno con mayoría en el Congreso y en el Senado", destacó Rajoy, que además pidió "un mínimo de coherencia ideológica" y generar confianza dentro y fuera del país. Un extremo que, repitió una vez más, se conseguiría con la suma de PP y PSOE, con Ciudadanos como compañero opcional.
En todo caso, Rajoy no dio la impresión de que tenga muchas ganas de llamar a Sánchez, y se dedicó a lanzar mensajes de precampaña. "Cuando se va al Congreso conviene estudiar un poco y cuando se va al Gobierno hay que ir aprendido", se mofó de las nuevas formaciones. Luisa Fernanda Rudi, que tampoco dijo nada de Soria, fue muy crítica con Albert Rivera.
También hubo anuncios electorales en el capítulo educativo. Así, prometió la puesta en marcha de un plan para que, en el plazo de diez años, todo licenciado universitario deba acreditar un nivel B2 (intermedio-alto) de inglés. También propuso una reforma para la digitalización de la enseñanza y el aprendizaje. Ahora, remató Rajoy, "la gente tiene más conocimiento de causa para poder opinar sobre unos y otros" en caso de otras elecciones en junio.