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El padre del español detenido injustamente en Irán: "Le pido a Sánchez que no se olvide de mi hijo por las elecciones"

Santiago Sánchez Cogedor lleva nueve meses detenido por sacarse una foto en la tumba de Masha Amini y está encerrado en la cárcel más salvaje del país

Santiago Sánchez Cogedor lleva nueve meses detenido por sacarse una foto en la tumba de Masha Amini y está encerrado en la cárcel más salvaje del país
Santiago Sánchez Cogedor, en su viaje a Qatar | Instagram

Mientras Pedro Sánchez cuenta en La Moncloa los días que quedan para el 23-J, otro Sánchez, pero de nombre Santiago, cuenta angustiado en Guadalajara los meses que lleva sin poder abrazar a su hijo, el español detenido "injustamente" en Irán el pasado mes de octubre bajo la "absurda" sospecha de que podría tratarse de un espía. El aventurero se dirigía a pie hacia Qatar para ver el Mundial, pero a su paso por Irán se fotografió junto a la tumba de Masha Amini, la joven asesinada por el régimen de los ayatolás por no llevar el velo correctamente, lo que, según Exteriores, pudo haber desencadenado su detención.

Hasta ahora, las gestiones para liberarle han sido "lentas e infructuosas" y Santiago y su mujer temen que, con las elecciones, el Gobierno se olvide de él. "Estamos muy mal -fatal, matiza Celia al otro lado del teléfono-. Nos han dicho que le detuvieron por sacarse esa foto, porque al parecer se ve un edificio de carácter militar y entonces le consideran un espía, pero no hay acusación formal, ni condena, ni siquiera juicio a la vista, y eso te genera mucha angustia, porque si te dan una sentencia y te dicen que va a estar un mes, un año o lo que sea en prisión, pues ya vas tachando los días, pero llevamos nueve meses y todo sigue igual, así que nuestra sensación es de abandono total", denuncia su padre, reiterando su inocencia.

Ante la parálisis de su caso, y su consecuente desesperación, los padres de Santiago Sánchez Cogedor no han dudado en enviar cartas a los principales medios de comunicación para tratar de reactivar la lucha por su liberación. "Vosotros sois los únicos que nos habéis llamado de momento", agradece el padre, que, además, revela que también han enviado misivas a la Reina de España, al representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, y al presidente del Gobierno. Doña Letizia y Pedro Sánchez ya le han contestado. Sin embargo, su respuesta no ha servido de mucho: "Que entienden como nos podemos encontrar y que nos redirigen al Ministerio de Exteriores… Es decir, palabrería".

Su temor ahora es doble: que la presidencia española de la Unión Europea sirva para que Irán utilice a su hijo como moneda de cambio y que la cita con las urnas del próximo 23 de julio haga que el presidente del Gobierno no piense en nada más. De ahí, la súplica que repite sin cesar: "Yo solo le pido que no se olvide de lo que está pasando mi hijo por las elecciones y que hagan un máximo esfuerzo para poner fin a esta situación". Celia, su madre, apenas tiene fuerzas para hablar, pero las escasas palabras que salen de su boca dan buena cuenta de su sufrimiento. "¿Tienen miedo de lo que le pueda pasar?", preguntamos casi retóricamente. Santiago medita qué responder. Ella, sin embargo, lo hace de inmediato: "Sí, y mucho".

Un aventurero comprometido

Ambos estaban acostumbrados a que su hijo se lanzase a la aventura: trabajaba en lo que le iba saliendo, ahorraba todo lo que podía y, en cuanto reunía el dinero suficiente, se echaba la mochila a sus espaldas. En anteriores ocasiones, su afán por descubrir mundo y ayudar a los más desfavorecidos le había llevado a las favelas de Brasil o a las zonas más recónditas de Colombia. Además, en 2019 ya había viajado a Arabia Saudí en bicicleta. La única diferencia en esta ocasión era su meta, lograr recorrer los 7.000 kilómetros que separan Alcalá de Henares de Doha a pie.

Tal y como recogen los numerosos vídeos y fotografías que durante los primeros meses Santiago fue colgando en sus redes sociales, el viaje estaba siendo toda una experiencia. Sin embargo, aquel sueño se tornó en pesadilla nada más llegar a Irán. El 2 de octubre fue el último día que sus amigos y familiares lograron contactar con él. Tras varias semanas angustiados, sin saber siquiera si estaba vivo o muerto, descubrieron que había sido detenido y encarcelado en la prisión de Tabriz, en la provincia de Azerbaiyán Oriental. No fue gracias al Gobierno, sino a la red de contactos de Associated Press. A partir de ese momento, el embajador español empezó a involucrarse para tratar de resolver su caso.

El infierno de Evin

Gracias a su mediación, un fiscal iraní le prometió que sería liberado lo antes posible y acordó su traslado a Teherán. Lo que no imaginaba entonces ni él ni su familia es que su próximo destino sería peor si cabe. En Teherán, fue encarcelado en Evin, considerada la cárcel más salvaje del país.Rodeada por un campo de minas, la prisión ha sido escenario de numerosas muertes en extrañas circunstancias. Los informes de Amnistía Internacional denuncian "un terrible nivel de brutalidad" y, según el Observatorio de Derechos Humanos de Irán, la cárcel cuenta incluso con una sala de tortura en el sótano, en la que no faltan eclectroshocks, camas de alambre para flagelar a los presos con cables y ganchos para colgar a los prisioneros.

Las primeras seis semanas, el español recayó en un módulo de aislamiento del que apenas le sacaban 10 minutos a la semana para pasear entre cuatro muros y donde perdió toda esperanza. Una luz cegadora le impedía dormir, no tenía agua corriente ni mucho menos un aseo al que recurrir. Afortunadamente, consiguieron sacarle de ahí y, en estos momentos, se encuentra en un módulo compartido con otros presos, a los que les da clases de español y con los que organiza partidos de voleibol o torneos de ajedrez, según relata su padre.

Desde entonces, cuenta también con una tarjeta telefónica gracias a la que ambos pueden comunicarse una o dos veces a la semana. Sin embargo, su gran preocupación es cuándo podrá regresar a España: "Cuando nos llama, intentamos tranquilizarnos mutuamente y mantener una conversación como la que mantendría cualquier padre o cualquier madre con su hijo cuando está lejos, pero lógicamente él lo que quiere es saber si hay novedades, cosa que no le podemos dar, porque Exteriores no nos facilita ya ningún tipo de información".

Con todo, lo único que esperan estos padres es que ni Pedro Sánchez ni el Gobierno que salga de las urnas se olviden de Santiago: que las elecciones no sirvan para postergar los esfuerzos por su liberación y que el relevo en La Moncloa, en caso de producirse, no paralice el trabajo que esperan que, aunque en silencio, Exteriores siga haciendo para que su hijo pueda regresar sano y salvo a nuestro país.

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