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Una diplomática se esconde tras el Ministerio de Exteriores para evitar que su ex conozca a su hijo después de 6 años

Víctima de denuncias falsas, Javier Cabrero ni siquiera ha visto una triste foto. La madre se habría valido de su cargo para irse a Trinidad y Tobago.

Víctima de denuncias falsas, Javier Cabrero ni siquiera ha visto una triste foto. La madre se habría valido de su cargo para irse a Trinidad y Tobago.
Javier Cabrero, entrevistado para LD. | David Alonso Rincón

Al igual que tantos otros hombres alejados forzosamente de sus hijos y víctimas de denuncias falsas, Javier está acostumbrado a que se cuestione cada detalle de su vida. Por eso, en su boca se agolpan las palabras: trata de justificar cada paso que ha dado en los últimos años, cada mensaje, cada decisión... No quiere esconder nada. Teme que, si pasa algo por alto, alguien pueda dudar de él, de su integridad, de su verdadero interés.

A lo largo de dos horas, este padre desesperado por conocer a su hijo después de casi seis años, trata de resumir todos y cada uno de los días que pasó junto a su expareja, una diplomática hoy destinada en la Embajada de Trinidad y Tobago que, según denuncia, desde que rompieron su relación, ha hecho "todo lo posible" para evitar que conozca al pequeño: primero, le hizo creer que había abortado, a pesar de saber la ilusión que a Javier le hacía tener un hijo; después, se refugió en Asturias junto a sus padres para evitar que le llegara la demanda de paternidad; y, cuando ya no le quedó más remedio, inició un periplo que la llevaría de Sudáfrica al Caribe –"valiéndose de su cargo"- para instar a su expareja a litigar en países donde no solo tendría que gastarse una ingente cantidad de dinero, sino en los que, además, ella cuenta con inmunidad por ser diplomática.

Por si fuera poco, cuando más cerca estuvo de conocer al pequeño, Javier fue denunciado por acoso, así como por supuesto maltrato físico y psicológico durante su relación. La Justicia le absolvió en una durísima sentencia en la que, además de constatar la falta de pruebas, reprochaba a su expareja el intento de alejar a toda costa a padre e hijo y hacía hincapié en la conveniencia del momento elegido por ella para presentar la denuncia.

"Resulta extraño que de los supuestos malos tratos físicos y vejaciones denunciados por ella dos años más tarde, no se los refiriera a ninguna de sus amistades o familiares, ni tampoco que acudiese a ser asistida médicamente ni psicológicamente durante el tiempo que convivió con el acusado, sino que su preocupación y trastornos psicológicos le llegaron tras conocer la demanda y posterior sentencia que declaró la paternidad del acusado sobre el niño", reza el fallo al que ha tenido acceso Libertad Digital.

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Javier, entrevistado para Libertad Digital | David Alonso.

Tras ser absuelto, él también la demandó a ella por toda una ristra de delitos: desde denuncias falsas hasta sustracción de menores, pasando por amenazas, coacciones, suplantación de identidad -más tarde entenderán por qué- y hasta maltrato. De hecho, él sí cuenta en su haber con informes médicos de un grave problema ocasionado, según su relato, por una patada que ella le propinó justo antes de separarse.

Su denuncia aún aguarda resolución, pero a él lo único que le interesa es recuperar a su hijo. "Llevo seis años deseando abrazarle y que sepa que tiene un padre que no ha dejado de luchar por él ni un solo día. Pero, además, es que esto va más allá, porque también tiene unos abuelos que han sufrido y sufren por esta situación. Mi padre murió sin conocerle y no quiero que a mi madre le pase lo mismo", reitera Javier con la voz entrecortada.

Una relación marcada por los celos

Su historia se remonta al año 2015. Por aquel entonces, Javier acababa de aterrizar en México para dirigir una empresa española de exportación de alimentos europeos, así que, con motivo del Día de la Hispanidad, contactó con la Embajada para darse a conocer. Ese 12 de octubre, vio por primera vez a la que luego se convertiría en la madre de su hijo, y pronto iniciaron una relación. Así lo atestiguan las numerosas fotografías que nos muestra, en las que se puede ver a una pareja feliz y totalmente ajena a lo que vendría tiempo después.

Cuando ella fue trasladada de nuevo a Madrid, Javier no dudó en dejarlo todo para seguirla. Las cosas, sin embargo, no salieron como esperaban. Las discusiones eran constantes. La mayor parte de las veces, según él, motivadas por sus celos. Tras varias rupturas, en marzo de 2017, llegó la definitiva. Fue entonces cuando ella le comunicó que estaba embarazada.

"Ni siquiera me lo dijo a mí, se lo dijo a mi madre -recuerda Javier-. Ella se planteó abortar, pero yo le dije que era el mejor regalo que me podía haber hecho y que, aunque no estuviéramos juntos, yo la iba a apoyar en todo". Y así fue. Javier la acompañó a las primeras visitas ginecológicas e incluso se plantearon volver. "Me dijo que la única condición era que yo le dejara el móvil para ver qué había hecho cuando no habíamos estado juntos y, como yo no tenía nada que esconder, se lo dejé", recuerda. Al ver ciertas llamadas, sin embargo, los celos acabaron con cualquier atisbo de reconciliación: "Se apropió de mi móvil y me echó de casa".

Al disponer de otro teléfono, Javier optó por no cancelar aquella línea para no perder aquel número, confiando en que finalmente se lo terminaría devolviendo. El remedio fue peor que la enfermedad. "Dos semanas después, supe que había contactado con muchas amigas mías haciéndose pasar por mí para tantear si estaba con alguien", relata mientras nos muestra los pantallazos de los mensajes que varias de ellas le enviaron cuando por fin lograron contactar con él por otra vía.

"Me dijeron que luego les había reconocido que no era yo y que les había dicho que era mi prometida, que íbamos a tener un hijo y que por favor se alejasen de mí, pero es que en el chat de mis amigos del colegio escribió difamándome y diciéndoles que yo me prostituía con mujeres mayores para que se pusieran en mi contra, y que, como iba a ser un mal padre, había decidido abortar".

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Javier, entrevistado para Libertad Digital | David Alonso.

Le hizo creer que había abortado

Javier trató de averiguar por todos los medios si aquello era verdad. No logró ninguna respuesta, pero puesto que ya al comienzo del embarazo se lo había planteado, pensó que efectivamente había sido así. "Me tiré cinco meses con una depresión importante, hasta que, gracias al portero, me enteré de que estaba a punto de dar a luz. Me presenté en su casa y le dije que lo único que quería era estar con ella en el parto y en la vida de mi hijo, pero me amenazó con llamar a la Policía y, como no quería problemas, me marché. Lo único que le pedí fue que me avisara cuando naciera el niño", recuerda.

El 25 de noviembre de 2017 nació su hijo, aunque él no se enteró hasta una semana después. Ante el rechazo de su expareja a dejarle conocer al pequeño, Javier se vio obligado a interponer una demanda de paternidad. Sin embargo, ella optó por marcharse a Asturias con sus padres: "Es abogada y sabía perfectamente lo que hacía. Si se iba, no recibía las notificaciones judiciales, así que se fue con un objetivo claro: retrasar todo lo posible el procedimiento hasta que en junio la enviasen a su siguiente destino, que era nada más y nada menos que Sudáfrica".

Finalmente, en mayo de 2018, los abogados de Javier le enviaron la notificación a su trabajo, así que no tuvo más remedio que recogerla. Las pruebas de paternidad se hicieron aquel verano. En septiembre, los análisis corroboraron lo que ambos ya sabían. Sin embargo, Javier no pudo acudir al Registro hasta que en Navidad obtuvo la sentencia firme, con lo que la madre de su hijo pudo llevárselo a Petroria sin problemas. Una vez reconocido legalmente como padre, su abogada interpuso una demanda para dirimir la custodia. Su expareja trató de retrasar el procedimiento todo lo posible y, cuando finalmente se fijó el juicio para septiembre de 2019, ella alegó que España no era competente para celebrarlo, puesto que su hijo estaba empadronado en la Embajada de Pretoria.

El juez español le dio la razón y emplazó a Javier a acudir a la Justicia de Sudáfrica, lo que supuso un nuevo golpe para un padre que ya llevaba camino de dos años sin poder ver a su hijo ni siquiera en una triste foto. Desesperado, comenzó a informarse y decidió enviar un correo electrónico a su expareja para comunicarle su intención de viajar a Pretoria lo antes posible. Su sorpresa llegó cuando su cuenta oficial del Ministerio de Exteriores le devolvió un mensaje automático informándole de que durante las próximas tres semanas estaría de vacaciones.

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Javier, entrevistado para Libertad Digital | David Alonso.

El origen de las denuncias

"En aquel momento yo supe que estaría en Asturias con sus padres, y como yo también estaba de vacaciones muy cerca, decidí presentarme en su casa para suplicarle que al menos me dejara conocerle", recuerda. La que abrió la puerta fue su exsuegra, pero rápidamente ella tomó las riendas, amenazándole con llamar a la Policía. "Me fui de inmediato, y a los pocos días volé a Sudáfrica, tal y como le había dicho. Allí contacté con abogados que me pedían entre 20.000 y 30.000 euros para empezar y, como ya había pasado la mitad del tiempo que iba a estar allí destinada, decidí esperar, porque nadie me garantizaba que mi caso se resolviera antes de que se fuera a otro país y tuviera que empezar otra vez de cero", explica Javier.

Aquello fue un auténtico jarro de agua fría. Sin embargo, lo que se encontró al regresar a España fue todavía peor: "Cuando llegué, me enteré de que ella me había puesto una denuncia por violencia de género en la que me pedía hasta seis años de cárcel por acoso y supuesto maltrato físico y psicológico durante el tiempo que estuvimos juntos. Como no estaba, se celebró incluso un juicio rápido sin mí y se dictó una orden de alejamiento".

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Javier, entrevistado para Libertad Digital | David Alonso.

Tal y como demuestran todas las sentencias a las que ha tenido acceso LD, todos los procesos se han terminado archivando, salvo uno: el supuesto quebrantamiento de dicha orden por haber enviado una carta a su hijo a la Embajada de Pretoria. "Igual fue una tontería, pero yo siempre he querido que quede constancia de que estoy ahí y que algún día mi hijo sepa la verdad de todo lo que ha pasado", se justifica. Inicialmente, la Justicia le absolvió por entender que "no consta prueba" de que Javier intentara comunicarse con su expareja a través de dicha carta, sino que lo que pretendía era "que su hijo la pudiera abrir en el futuro y comprobara que su padre tenía intención de estar con él y de comunicarse con el mismo". Sin embargo, finalmente, se dictaminó que se repitiera el juicio.

"Probablemente, tendría que haberlo hecho de otra manera -reconoce Javier, apesadumbrado- Luego contacté con Nisde (Asociación Niños Sin Derechos) y me recomendaron que creara un correo electrónico a su nombre para irle mandando todas las cartas que quisiera, pero… ¿Alguien se imagina por todo lo que estoy pasando? No se lo deseo a nadie, e insisto: solo espero que mi hijo algún día sepa que he hecho todo lo posible por estar a su lado".

Lejos de regresar a Madrid o a algún otro destino europeo, su ex se ha trasladado ahora a Trinidad y Tobago, dónde Javier tendrá que empezar de cero la batalla judicial por la custodia. Mientras tanto, su hijo está a punto de cumplir seis años, y en su cajón aguardan decenas de cartas sin leer, pero también decenas de regalos sin abrir y, lo que a él más le duele, momentos que, incluso aunque algún día logre verle, ya jamás podrán compartir.

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