La Moncloa, pese a la creencia popular, no es sólo un palacio sino un complejo de más de media docena de edificios. En total: veinte hectáreas donde está la residencia del presidente del Gobierno; un antiguo almacén de semillas reconvertido ahora en el ala oeste español, con el equipo más próximo a Pedro Sánchez; el edificio de la vicepresidencia; varios de servicios y, por otro lado, el de la portavoz donde está la sala de prensa.
La construcción más famosa es el pabellón del Consejo de Ministros. Se edificó en tiempos de Felipe González y ahí están las famosas escalinatas donde posan los ministros con sus flamantes carteras. También es icónica su enredadera que trepa sobre el ladrillo caravista y respeta las columnas dóricas de la entrada. Sus paredes albergan los mayores secretos de España.
Los ministros están obligados a guardar secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros. A la sala principal, con la mesa ovalada, no pueden acceder con dispositivos electrónicos. Tienen que depositar el móvil en unos cajetines fuera y la única pantalla que pueden consultar es la de un Ipad en la que están cargados los documentos que se analizarán durante la reunión.
El café
El pabellón del Consejo de Ministros es uno de los pocos edificios de la Moncloa que Ione Belarra e Irene Montero pisaron durante sus años como ministros. Por sus puertas entraron cada martes.
Tras pasar el hall, los ministros se dirigen a una pequeña sala decorada con un pequeño mueble bar de madera y cuadros contemporáneos. Ahí es donde apuran la previa al Consejo de Ministros, comentando asuntos pendientes o tomando un café. Por lo general, el ministro más solicitado es el de Justicia, coponente de todas las leyes. Hay momento para las dudas gubernamentales, para charlar sobre la política o para hablar de la familia.
Irene Montero nunca tuvo una buena relación con el resto de ministros. A diferencia de Alberto Garzón o Yolanda Díaz, su presencia siempre fue vista como una amenaza. Las primeras tensiones las tuvo con Carmen Calvo, la exvicepresidenta nunca aceptó de buen grado que una joven indisciplinada le arrebatase la cartera de Igualdad, pero hasta 2021 todavía se integraba en las conversaciones.
El distanciamiento
Todo cambió un 5 de mayo de 2021. Ese día, Pablo Iglesias anunció por sorpresa que dimitía de todos sus cargos en el Gobierno para ser el candidato de Podemos contra Isabel Díaz Ayuso y que Yolanda Díaz le sucedería al frente de la vicepresidencia.
Pese a que la ministra de Trabajo juró y perjuró que no se esperaba, e incluso que le daba igual, este nombramiento, en el sector socialista vieron radiante a la gallega. Algunos ya sabían que iba a empezar una guerra. "Era un caramelo envenenado", sentencian desde el sector socialista. "La candidata de Iglesias a vicepresidenta siempre fue Irene Montero", añaden desde una cartera del socio mayoritario.
‘La talibán’ y ‘la soldado’
Los ministros del PSOE siempre vieron a Díaz como más "pragmática" frente a Irene Montero que es descrita, e incluso apodada, como "talibán". "Más radical que Iglesias", tercian algunos de los que compartieron Consejo de Ministros con ambos.
Las relaciones entre la vicepresidenta segunda y la ministra de Igualdad se enfriaron cuando, al poco de ser nombrada como líder del espacio morado, percibieron que se iba acercando a los elementos que Iglesias había purgado de Podemos y en especial una persona: Iñigo Errejón. La complicidad que Díaz iba tejiendo con Alberto Garzón tampoco gustaba en Galapagar.
Poco a poco, las tensiones del socio minoritario se fueron trasladando al Consejo de Ministros. Irene Montero se fue cerrando y apenas hablaba con sus compañeros. Los cafés previos a la reunión ministerial eran una prueba evidente de malestar. La ministra de Igualdad se situaba sola en una esquina, "cuchicheando" siempre con su fiel amiga: Ione Belarra. La ya exministra de Derechos Sociales es, para el sector socialista, "una soldado", que se limitaba a cumplir las órdenes que le llegaban desde Galapagar.
La ley del ‘sólo sí es sí’
Algunos ministros incluso añaden que, cuando no estaba Irene Montero a su vera, Belarra se volvía más "sosegada" y dialogante. La gota que acabó por dinamitar las relaciones fue la ley del sólo sí es sí. La ministra de Igualdad se cerró con su cúpula, Ángeles Rodríguez Pam y Victoria Rosell, o "ellas" como les definían en los ministerios socialistas.
Montero culpaba a los jueces de las excarcelaciones y recordaba que la norma era del Gobierno en su conjunto, pero en el PSOE creían necesario establecer un perímetro de seguridad para distanciarse de los aspectos más controvertidos de la norma. Las rebajas de penas a los violadores continuaban y en Igualdad desechaban cualquier reforma. La "tensión" era total en la previa y en el Consejo de Ministros.
A por ellas
La marginación a Irene Montero y Ione Belarra ya no se ocultaba. La Secretaría de Estado de Comunicación, en manos del PSOE, apenas les dejaba salir a la sala de prensa tras el Consejo de Ministros. Algunas normas, como la ley de familias en segunda vuelta, fueron presentadas por la ministra portavoz, Isabel Rodríguez.
Si por algún casual, se les dejaba comparecer ante la prensa, era con una condición: las preguntas más espinosas las despacharía la ministra del PSOE aunque fuesen dirigidas a Montero. Una anulación total a la ministra de Igualdad que aceptaba dócilmente para no ser expulsada del Gobierno. La talibán y la soldado estaban solas y sin apenas foco. Sólo faltaba rematarlas. Yolanda Díaz lo hizo cuando se negó a incluir a Irene Montero en las listas al Congreso. En el PSOE respiraron aliviados.
¿Venganza?
Podemos ahora está reducido a la mínima expresión. Son cinco diputados dentro de los 31 de Sumar. No tienen cartera, debido al empeño de la formación morada en colocar sí o sí a Montero y no aceptar a Nacho Álvarez, uno de los principales negociadores en materia económica del partido y hombre de confianza de Yolanda Díaz. "Su objetivo era comprar silencio", desechan los morados.
En el PSOE todos dan por hecho que Sumar y Podemos se presentarán por separado en las elecciones europeas y que la cabeza de lista será Irene Montero. En el partido fundado por Pablo Iglesias aspiran "a volver a mandar en el espacio" y recuperar "el liderazgo" a medio plazo.
Prometen dar guerra y saltarse la disciplina de voto de Sumar. "Hay algo que ahora tenemos y antes no. Hemos estado en el Gobierno y sabemos qué se puede hacer y qué no se puede", añaden desde la cúpula podemita. "Aspiramos a convencer, sabemos que hay más diputados disconformes con Yolanda Díaz", tercian mientras dejan en el aire alguna posible incorporación más a su grupo.
En Moncloa mientras tanto, los ministros del PSOE conocen a sus nuevos compañeros de gabinete. No ocultan que son más de su agrado y que el buen ambiente vuelve a reinar en el pabellón del Consejo de Ministros. "Un ambiente magnífico", decía este martes con una sonrisa la flamante portavoz, Pilar Alegría. La talibán y la soldado ya son historia.