En el Gobierno ha pasado de mostrar cierto hastío cuando se le preguntaba por la amnistía, porque lamentaban que monopolizase todo el debate político, a mostrar una media sonrisa ladeada cuando se saca a la palestra la norma que negocian con Junts.
Saben que, por un lado, la norma "avanza" y que, por otro, durante unos minutos tendrán unos minutos de armisticio en los que no se les interrogará por el caso Koldo o las relaciones de la mujer de Sánchez, Begoña Gómez, con Air Europa. Es decir, mejor el desgaste conocido, el de las relaciones con Puigdemont, que el desgaste por conocer.
De ahí que este martes, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, se saltase la cautela habitual en estas circunstancias y anticipase que "el acuerdo está cerca". Un pacto que se sellará en la Comisión de Justicia de este jueves en el Congreso. De ahí, saldrá un nuevo dictamen que pretenden elevar al hemiciclo en una semana para aprobarla cuanto antes.
La satisfacción en el Gobierno es generalizada porque saben que aprobar la amnistía significa un balón de oxígeno en plena vorágine de la corrupción, con el Gobierno asediado. Moncloa espera que, tras las ley, puedan sacar adelante los Presupuestos y ganar así tiempo. Fuentes socialistas defienden que, en esta ocasión, a diferencia de lo que sucedió en la anterior vez "hay más piel" y "más calor", de ahí se tiren a la piscina anticipando un acuerdo con el siempre voluble Puigdemont.
¿Qué se cambiará?
Lo que no aclaraba Alegría es qué aspectos se cambiará, pero la ministra abría la puerta a cambios sustanciales al decir que "lo verdaderamente importante es mejorar la ley de amnistía". Y, en el argot del separatismo, mejorar la norma es entrar en los artículos de terrorismo o traición.
El argumentario del Gobierno para "vender" este acuerdo pasa por incidir en la constitucional de la amnistía, pese a las dudas de cada vez más juristas. "La ley entró impecable y saldrá impecable, constitucional y conforme al derecho europeo", respondía Alegría cuando le inquirían por por posibles modificaciones.
Obviando la corrupción
Durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Moncloa evitaba responder con detalle a las preguntas sobre la corrupción. El Gobierno ,que llegó a lomos de una moción de censura, asegura ahora que "todos somos conscientes que puede estallar un escándalo" pero dicen que "la gran diferencia es cómo se ataja" y prometen "tolerancia cero".
En el resto de señalados, Alegría prefería lanzar balones fuera. Las relaciones de Begoña Gómez con Air Europa, antes del rescate por valor de 615 millones de euros y del que Sánchez no se abstuvo, son "privadas". De Francina Armengol y su contrato de 3,7 millones con la trama cuando era presidenta de Baleares, la culpa es del PP por "permitir que caducara" el expediente que presentó cuando estaba a punto de salir del Gobierno.
"Lo paradójico que sea el señor Tellado, que es la única persona que aparece en el sumario, pida explicaciones a gente que no aparece en ningún sumario", añadía Alegría tratando de extender la tinta de calamar, pese a que el portavoz del PP aparece en el sumario en una conversación interceptada a Koldo García pero la Guardia Civil acredita que no se produjo ninguna reunión.