Mientras que vuelcan sobre España el más agónico de los desprecios (autoritaria, franquista, casposa), juzgan la Antiespaña con una prudencia exquisita.
Su discurso en defensa de la globalización anticipaba que la generalización del sistema de 'laissez faire' traería buenas consecuencias a los más pobres y redundaría en un mundo más próspero y desarrollado. El tiempo ha dado la razón a Norberg.