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"Hoy todo está en silencio"

Diario de un encerrado en Nueva York (II)

Las consecuencias de Sandy se dejan notar en Nueva York. Guillermo cuenta para LD cómo despertó la ciudad de los rascacielos.

Me despierto relativamente temprano, funciona la luz y también la señal del móvil. En el teléfono se acumulan varios mensajes de amigos de aquí y de allí que me preguntan cómo voy. 

La noche de ayer fue bastante movida. A eso de las 9:00 p.m. el viento silbaba muy fuerte. Demasiado. La luz parpadeaba, pero no terminaba de irse como parecía haberles ocurrido ya a varios amigos. Internet me había abandonado hacía rato, la señal de Time Warner, el proveedor de cable e internet, había caído a media tarde. Bajé a la sala común de la  cuarta planta. Allí se amontonaban vecinos de lo más dispar. Desde un musculoso pinchando música tecno, a parejas con niños que huían de los pisos de arriba al refugio de las plantas bajas y del bullicio de la gente despreocupada.

El miedo se mezclaba con el ambiente festivo: los negocios habían anunciado el cierre para el día de hoy y la gente había decidido unir fuerzas trayendo lo que tenían por casa para comer, charlar y beber algo mientras esperaban que todo pasara.

(Barrio de Dumbo, entre los puentes de Manhattan y Brooklyn | LD/G.F.L)

Al final ganó el musculoso de gimnasio y nos echó con su música a todos los que simplemente tratábamos de aprovechar la señal del edificio para ver alguna película.

Eché mano de la última cerveza de la nevera antes de dejarme caer. Hice caso omiso a las advertencias de mi amigo Gus y dormí en mi cama. Al lado de la ventana, con la seguridad que te proporciona el hogar.

Hoy todo está en silencio. Apenas hay coches por la calle y son pocos los vecinos que se han animado a salir de casa por la mañana. Sólo los dueños de perros y los curiosos que, como yo, se lanzan a tomar unas fotos para vosotros.

Poco más tengo que decir de lo que pasó anoche. Era de noche. Oscura.

Mi zona es de hormigón y aparte del ruido y los mensajes de alerta en las noticias, seguí el huracán con precaución y dudas. La duda de cómo encontraría mi ciudad al día siguiente.

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