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Benedicto XVI, primer Papa en renunciar en 600 años

Según el Derecho Canónico, si el Pontífice renuncia a su oficio, sólo se requiere que la decisión "sea libre y se manifieste formalmente".

El Código de Derecho Canónico, promulgado por Juan Pablo II en 1983, establece en el párrafo 2 del canon 332, dentro del capítulo Del Romano Pontífice y del Colegio Episcopal: "Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie." A diferencia de los demás oficios de la Iglesia, no se requiere que sea aceptada por nadie. El Papa "tiene, en virtud de su función, potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente" (canon 331).

De esta manera, según el Derecho Canónico, es perfectamente posible que un Papa dimita, si es que puede usarse esta palabra para referirse a la renuncia del Santo Padre. En el caso de Benedicto XVI, la noticia ha causado un enorme revuelo y es lógico porque, a pesar de que todo el mundo era más o menos consciente de que un Papa también puede dejar su cargo, hace casi seis siglos que no se daba una situación así. En concreto, desde 1415, cuando Gregorio XII, durante el período del Cisma de Occidente, renunció al cargo.

Es cierto que los avances en la medicina y el incremento en la esperanza de vida hacían que esta posibilidad fuera cada vez más cercana. Hasta ahora todo el mundo daba por supuesto que los papas morían en la cama, en su habitación de El Vaticano. Pero con pontífices que pueden superar con facilidad los noventa años, con las dificultades propias de la edad, este tema estaba cada vez más presente en las discusiones de los expertos. Benedicto XVI ha apelado al cansancio y a la imposibilidad de mantener las funciones propias del cargo. Aunque hace 600 años que nadie más tomaba una decisión así, puede que esté sentando un precedente que se repita en el futuro.

Gregorio XII y el Cisma de Occidente

De esta manera, el próximo 28 de febrero, Benedicto XVI será el cuarto pontífice en renunciar al ministerio papal. El último fue Gregorio XII, el veneciano Angelo Correr, que dimitió en 1415, dos años antes de morir, según catholic.net. Este Papa tiene una historia personal más o menos cercana a la de Benedicto XVI, aunque las circunstancias de la Iglesia son muy diferentes, pues a comienzos del siglo XV se desarrollaba el denominado como Cisma de Occidente.

Gregorio XII contaba con 80 años (Joseph Ratzinger tenía 78 cuando fue elegido) cuando fue entronizado, según nos cuenta mercaba.org. En aquel momento, no era el único Papa, puesto que Benedicto XIII mantenía desde Aviñón su derecho a la dirección de la Iglesia. En 1409, para remediar esta situación, cardenales de ambos bandos convocaron un sínodo en Pisa que depuso a ambos papas, declarándolos herejes y cismáticos, y eligió a un nuevo Papa: Alejandro V. En ese momento, ni Gregorio ni Benedicto renunciaron y la situación se complicó: había tres papas. Finalmente, Gregorio XII, Papa legítimo desde el punto de vista histórico, renunció el 4 de julio de 1415, aunque falleció el 18 de octubre de 1417, a los noventa años.

Por otro lado, Benedicto XIII fue depuesto por el Concilio y el sucesor de Alejandro V fue obligado a renunciar. De esta manera, terminaba la crisis en la Iglesia y quedaba Martín V como único Papa. Evidentemente, Benedicto XVI no ha tenido que hacer frente a una situación tan tensa como la de su antecesor, pero su renuncia también quedará en la historia.

Benedicto IX y Celestino V

Los otros casos de renuncia al pontificado han sido los de Benedicto IX, elegido en el 1032, y Celestino V, que renunció en 1294 al declararse carente de experiencia en el manejo de los asuntos de la Iglesia. El primero de ellos vivió uno de los pontificados más convulsos de la historia: hasta en tres períodos diferentes fue declarado Papá. Primero entre 1032 y 1044, luego durante unos meses de 1045, y finalmente entre 1047 y 1048. Las intrigas en Roma y las disputas entre diferentes familias nobles marcaron su trayectoria, hasta que presentó su renuncia definitiva en agosto de 1048.

Por su parte, Celestino V fue un monje que fue elegido Papa en julio de 1294, con 84 años de edad, gracias a su fama de santidad. Este caso es interesante porque se trata de la primera renuncia voluntaria (sin presiones externas) de la historia del papado. Simplemente, Celestino aceptó que no tenía los conocimientos necesarios para el cargo y para lidiar con las intrigas de la sociedad romana.

Además de estos casos, existen otros en los que hay dudas sobre si el Papa renunció o no a su cargo. Los historiadores no han logrado ponerse de acuerdo sobre lo que ocurrió con San Ponciano (año 235), San Silverio (536), San Martín I (649) o Benedicto V.

Benedicto XVI ya explicó en Luz del mundo en 2010 que un Papa puede dimitir "en un momento de serenidad, no en el momento del peligro". En el mismo documento, ya señalaba que notaba cómo sus fuerzas iban disminuyendo y temía que el trabajo que conllevaba su misión "sea excesivo para un hombre de 83 años".

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