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Cientos de niños ucranianos atrapados en sótanos, con hambre y frío: "Es el infierno"

La evacuación de los menores se complica porque los pasos humanitarios se han convertido en ratoneras. Rusia abre fuego "contra autobuses llenos".

La evacuación de los menores se complica porque los pasos humanitarios se han convertido en ratoneras. Rusia abre fuego "contra autobuses llenos".
Una madre y su bebé recién nacido en el sótano de un hospital usado como refugio antiaéreo, en Kiev. | EFE

Alrededor de 4 millones de niños continúan en peligro en Ucrania. Se calcula que 1,5 millones se encuentra en puntos calientes de la guerra, ciudades asediadas como Irpin, Mariúpol, Bucha, o Hostomel. Y la situación es particularmente desesperada para los más de 150.000 menores tutelados por el Estado ucraniano. Unos 100.000 viven en instituciones residenciales y las ONGs que trabajan sobre el terreno están haciendo lo posible –y casi lo imposible- por sacarlos de allí y enviarlos a lugares seguros.

Pero, a veces, se encuentran con más dificultades de las que esperan. Darya Kasyanova, directora de ‘Desarrollo de Programas’ de Aldeas Infantiles SOS Ucrania, recuerda -por ejemplo- la evacuación de cuatro hogares para bebés en Jarkov en los que vivían 150 pequeños de 0 a 3 años que no podían sacar si el personal de los centros no accedía a acompañarles. "Sin ellos es ilegal" y "el personal de estos hogares no quería marcharse", explica. "Estuvimos persuadiéndolos durante tres días, y finalmente lo logramos".

En esta ocasión, pudieron decir aquello de "misión cumplida". Pero no siempre es así. Tienen conocimiento de otros hogares similares que han quedado aislados, sin conexión telefónica y con los accesos bloqueados. Perdieron el contacto hace días y ya no lo han podido restablecer. Así está la situación.

Sin pasos humanitarios

Cuando van a proceder a realizar una evacuación, tienen que asumir riesgos y en ocasiones elegir entre ellos. "Te arriesgas a quedar aislado en un pueblo o una ciudad que está totalmente bloqueada y sin electricidad, sin acceso a medicamentos, sin calefacción" o bien "corres el riesgo de salir de allí sabiendo que pueden comenzar los disparos".

Ya hemos visto lo que pasa con los corredores humanitarios. Rusia no respeta nada. "En la práctica no funcionan", asegura Kasyanova, "las fuerzas rusas abren fuego contra autobuses llenos de personas". Para las fuerzas de Putin no hay límites. "Una familia con dos hijos murió durante la evacuación en Irpin. Estaban a punto de cruzar un puente", lamenta. "En ese momento se abrió fuego. Dos niños muertos".

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Varios miembros de una familia tiroteados cuando intentaban huir de Irpin.

Los soldados rusos no tienen miramientos. Disparan a traición y por la espalda a familias enteras que portan su vida en una mochila y dejaban todo atrás para escapar de la guerra. Pero lo que se quedan en los refugios también asumen riesgos. Pueden morir de hambre o congelación.

Los sótanos de la muerte

"La gente se esconde en sótanos fríos", explica Kasyanova, "y ya no se puede comprar de nada". "En el sótano donde yo estaba, teníamos agua y pan", pero de esos hace días y la situación ha empeorado. "Las tiendas ya no funcionan en los pueblos y las ciudades que están bloqueadas. La comida es un problema. No hay calefacción y la temperatura por la noche es de ocho grados bajo cero", advierte.

Lo peor es que en muchos de esos fríos sótanos se refugian cientos de niños. Ella lo ha visto con sus propios ojos. Muchos de ellos son bebés y sus madres ya no pueden amamantarlos. La situación es desesperada. Ellas han empezado a perder la leche y no les es posible conseguir la de fórmula. No hace falta explicar lo que puede ocurrir con todos esos niños si no consiguen ponerlos a salvo pronto.

Niños sin hogar

Desde que Vlamidir Putin ordenó la invasión de Ucrania, el pasado 24 de febrero, Darya no se ha desmoronado ni una sola vez. Para ello se centró en lo que había que hacer: "salvar vidas". Esa es la estrategia que ella sigue también en su vida personal. "He perdido dos veces mi casa", señala. "La situación es muy incierta", pero no vale la pensar demasiado en ello. "Es posible que realmente pierdas la cabeza, y esta no es la salida", asegura.

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Evacuación de niños ucranianos organizada por Médicos del Mundo con destino a Polonia.

Eso sí, le apena que sus dos hijas tengan que pasar por esto. La mayor tiene 19 años y ya está viviendo su segunda guerra. Cuando tenía once, tuvieron que abandonar su hogar en Donetsk. Y hace tan sólo unos días, el que habían construido en Irpin. La joven repetía: "No quiero perder mi casa otra vez, no por segunda vez".

Afortunadamente, su hija pequeña tiene dos años y ocho meses, así que no se entera de mucho. Se ayudan de historias que justifican lo que ve y lo que oye, aunque -en ocasiones- aún así hace preguntas que cuesta contestar. han ayudado de "cuentos de hadas" en los que "el sonido de las bombas eran truenos".

El infierno está aquí

A Darya le da fuerzas el calor de "todos los que apoyan a Ucrania y expresan su solidaridad". Son muchos y se siente agradecida, sobre todo por los miles de niños a los que están ayudando. Para ella, siempre son la prioridad. Durante los últimos seis años, ha estado al frente de la Red Ucraniana de Derechos del Niño, que reúne a 27 organizaciones de velan por sus derechos.

Entre ellas, Aldeas Infantiles SOS Ucrania, ONG que es miembro del Comité de Emergencia y que en este momento coordina los esfuerzos a nivel nacional. Pero sigue sin ser suficiente. "Es el infierno" y está "en Europa", asevera Dayra. Ese es el mensaje que quiere trasladar, por si aún hay quien tiene dudas de lo que están viviendo: "Quiero que todos sepan que estamos en el infierno".

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