Las tropas rusas destrozaron los suministros antes de retirarse. Jersón sigue de fiesta. Dos días después de que la capital de la región del mismo nombre volviera a manos ucranianas, sus ciudadanos se comen literalmente a besos a los militares. Hay tantos testimonios de júbilo como habitantes de Jersón. Con la resaca de las celebraciones llegará, sin embargo, la hora de afrontar los daños en los suministros de agua, electricidad y calefacción provocados por los rusos en su huida, así como la verificación de los crímenes de guerra perpetrados por éstos. Además, el ejército invasor, que ha concentrado sus fuerzas al otro lado del río Dniéper, en parte oriental de la región, puede estar preparando una nueva ofensiva.