El plan del gobierno de Berlín –que no funciona como un ayuntamiento más sino que es una de las tres ciudades alemanas reconocidas como uno de los 16 lands que conforman la República Federal Alemana– de demoler o regalar a cualquiera la villa en la que pasaba los fines de semana el ministro de propaganda del régimen nazi, Joseph Goebbels, ha provocado la alarma en organizaciones judías, ya que por un lado critican la posibilidad de que desaparezca un lugar histórico de esa importancia y, además, señalan también que según quién fuese el nuevo propietario el lugar pudiese convertirse en un centro de peregrinación neonazi.
Tal y como explicaba Libertad Digital, el complejo fue entregado al mandatario nazi por la ciudad de Berlín como un regalo de cumpleaños y Goebbels lo usó para pasar los fines de semana. Tras la guerra quedó en manos de las juventudes del régimen comunista de la RDA, lo que lo hace todavía más valioso como lugar histórico, hasta que con la unificación fue recuperada por su propietario original, Berlín, que dejó de usarla en 1998.
Desde entonces el coste del mantenimiento es de unos 250.000 euros al año y, pese a eso, la casa está empeorando su estado y ahora serían necesarias unas obras muy costosas para recuperarla y darle un uso, por lo que el ministro berlinés amenazó también con que si no se encontraba ningún propietario procedería a la demolición del conjunto.
Alarma en las organizaciones judías
Las propuestas de Berlín han alarmado a organizaciones judías europeas y la mayor de ellas, la European Jewish Association (EJA), ha publicado una carta en la que se pide que el lugar sea convertido en un Centro Mundial para Combatir la Propaganda del Odio.
"Convertir la mansión del peor de todos los ingenieros de la conciencia en la historia de la humanidad en un centro de psicología política, comunicación y lucha contra el discurso de odio sería una importante victoria moral", asegura el presidente de la EJA, el rabino Menachem Margolin, en la misiva.
Margolin destaca además que en este momento y "91 años después de que los nazis llegasen al poder", el mundo "se enfrenta una vez más a oleadas de odio" motivadas por la "propaganda venenosa" y la "creación de una realidad virtual con el único propósito de sembrar destrucción y violencia".
El presidente de la EJA destacaba "precisamente en estos días" es cuando la casa de Goebbels "no debe ser demolida, sino más bien convertida en un centro de lucha contra el discurso de odio que proteja al mundo libre de las tendencias peligrosas que se repiten en todo el mundo occidental y en Alemania en particular".
La carta recuerda también que "precisamente ahora" y "en un escalofriante parecido con lo que está sucediendo ahora en otro lugar donde se busca destruir al pueblo judío" –en referencia a Israel– la pasada semana "se cumplieron exactamente 79 años desde que Goebbels envenenó a sus seis hijos y se suicidó" en un búnker en Berlín. Un motivo más, según el rabino Margolin, para hacer del lugar en el que se difundía "el mal absoluto una fuente de difundir el bien", lo que resultaría "una importante victoria moral".