Las últimas declaraciones de Bachar Al Asad recogidas por el diario oficialista sirio Al-Akhbar han dado mucho de qué hablar. El pasado lunes el mandatario sirio, en tono de chiste, dijo no estar de acuerdo con el último Premio Nobel de la Paz concedido el pasado viernes a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ). Asad se mostró categórico al diario: "El Nobel de la Paz debería haber sido para mí".
Además, el rotativo sirio también apunta que Al Asad pidió en 2003 que todos los países de Oriente Medio se adhirieran a la Convención sobre Armas Químicas de 1997. Finalmente, dicho acuerdo fue secundado por todos, excepto por Siria e Israel. Han tenido que pasar diez años y una guerra civil para que Siria se sumara a la Convención, siendo el país número 190 que se suma al acuerdo.
Por su parte el presidente de la OPAQ, Ahmet Uzumcu, en declaraciones a la BBC, pidió a las dos partes del conflicto la máxima colaboración para el desmantelamiento de todas las armas químicas. Según el diplomático turco, debido a que los territorios cambian de mano de un día para otro, realizar inspecciones se vuelve una tarea muy complicada para los expertos de la OPAQ enviados a la zona.
El presidente de la OPAQ abogó por algún tipo de acuerdo que permitiera a los investigadores hacer su trabajo. " Si se pudieran establecer treguas temporales, los objetivos podrían ser alcanzados", recalcó Uzumcu.
A su vez, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry ha reiterado la necesidad urgente de fijar una fecha definitiva para la Conferencia de Paz sobre Siria, para resolver de una vez el conflicto."Creemos que es urgente establecer una fecha, el lugar de la reunión y trabajar hacia una nueva Siria" señaló Kerry. Además, el titular de exteriores estadounidense señaló que Al Asad "ha perdido la legitimidad para poder ser una fuerza cohesiva que pueda unir a la gente".
El enviado de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lakhdar Brahimi, se reunirá a lo largo de esta semana con los principales mandatarios de Oriente Medio, para poder tratar el problema con todas la partes y planificar así una próxima reunión.
Y es que la situación en Siria es límite, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Desde 2011, la guerra se ha cobrado la vida de 115.000 personas, un tercio de ellas eran civiles.