El apagón informativo sobre Fukushima es escandaloso, tremendo. La situación es muy grave y se extenderá muchísimos años. No ha sido del nivel de Chernóbil, pero tampoco se ha quedado muy atrás. Lo grave es que la radiactividad se cuele en el terreno y contamine acuíferos, si no lo ha hecho ya. La contaminación por radiactividad en el mar es altísima y gracias que es el Océano más grande del planeta, quedando más o menos diluida, si no hubiera sido un auténtico desastre. Ni que decir tiene los vientos que llevaron gran parte de la nube radiactiva las primeras horas tras el tsunami que provocó la caída de la energía eléctrica en la Central, con el consiguiente colapso.
Los japoneses, que siempre han sido -o parecido- un pueblo ejemplar en muchas facetas, han sacado lo mejor y también lo peor en esta catástrofe, en el segundo caso ha consistido en mentir descaradamente acerca de las verdaderas consecuencias que el segundo accidente nuclear de la Historia tendrán en un radio amplísimo en torno a la central de Fukushima Dai-ichi.