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División en la Administración de EEUU sobre la reconstrucción de Irak ante la reunión Bush-Blair

El presidente de EEUU, George W. Bush, cuyo Gobierno está dividido sobre cuántos y quiénes serán los socios invitados para la reconstrucción de Irak, debatirá este asunto clave desde este lunes en Belfast con el primer ministro británico, Tony Blair.

L D Washington (J.A. Bañales-Efe) El secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, dijo que Washington ha iniciado los contactos con la ONU para la preparación de los programas de ayuda humanitaria, asistencia económica y reconstrucción de infraestructuras y servicios en el país invadido. Pero la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, indicó que es natural que los socios de la coalición estadounidense tengan un papel principal, "dado que han derramado su sangre para liberar a Irak". Además, en el Congreso de EEUU ha habido iniciativas para que se excluya de los contratos a empresas de los países que se opusieron a la invasión anglo-estadounidense de Irak.

Desde dos meses antes del comienzo de la guerra, la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) empezó a pedir a un grupo selecto de empresas propuestas para contratos de infraestructura, servicios y consultoría en Irak. El Gobierno de Washington ya tiene elaborados contratos por unos 1.700 millones de dólares, de los cuales apenas 50 millones se han designado para organizaciones no gubernamentales como CARE y Save the Children. Algunos contratos ya ofrecidos incluyen proyectos para la reconstrucción del puerto de Um Qasr, las reparaciones de las redes de irrigación y electricidad, y la reestructuración del Ministerio de Finanzas y el Banco Central de Irak.

Los cálculos del coste de la reconstrucción de Irak –país que ha vivido dos guerras importantes desde 1980 y ha estado sometido a un embargo económico desde 1990– van desde los 25.000 a los 100.000 millones de dólares e incluyen proyectos de puertos, carreteras, comunicaciones y explotación petrolera. Condoleezza Rice aclaró que Bush ya ha designado al Pentágono como la autoridad que encabezará la administración de Irak, y en los contratos que Washington ya ha empezado a repartir por valor de cientos de millones de dólares figuran empresas vinculadas a personas muy relacionadas con el Pentágono.

La divergencia de opiniones entre el Departamento de Estado por un lado, y el Pentágono y los responsables de Seguridad Nacional por otro, presenta una dificultad política muy grave para Tony Blair, que pretende que Washington acepte un papel importante de la ONU o, al menos, dé algunos contratos a empresas que no sean exclusivamente estadounidenses. Blair ya hizo, el 26 y 27 de marzo, durante su anterior reunión con Bush, un esfuerzo para persuadirle de que aceptar a otros socios en la reconstrucción. Además, Blair está convencido de que, si la ONU interviene en la administración de Irak, dará legitimidad a la ocupación ante los ojos de la opinión pública que se ha mostrado contraria a la guerra en Irak.

En la administración Bush también hay opiniones divergentes sobre la forma que adoptará cualquier régimen interino o de transición cuando se logre la esperada eliminación del gobierno de Sadam Husein. El vicepresidente, Dick Cheney, el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y numerosos congresistas conservadores apoyan al dirigente del Congreso Nacional Iraquí, Ajmed Chalabi, que abandonó Irak en los años cincuenta y encabeza una de las facciones del exilio iraquí. Pero para el Pentágono, una "administración Chalabi" serviría solamente como "rostro iraquí" para una ocupación que quedaría bajo control militar estadounidense: probablemente un general encargado de los asuntos de seguridad y un general retirado para los asuntos civiles.

Pero algunas gestiones hechas por Chalabi para la formación de lo que él llama un gobierno provisional de posguerra, del cual él sería presidente, no son muy bien vistas por Condoleezza Rice y el Pentágono. El 15 de marzo, Bush decretó la creación de una Autoridad Interina Iraquí y, según informaciones de la prensa estadounidense, el plan del Pentágono consiste en colocar a funcionarios o militares estadounidenses al frente de cada ministerio, y designar a tres "gobernadores" para las regiones kurda, suní y chií.

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