En su columna en la contraportada de El País, Elvira Lindo sigue la estela de Rosa Montero y critica duramente a los que calificaron de “delincuente común” al disidente cubano Orlando Zapata. Aunque evidentemente carga principalmente contra Willy Toledo.
Para ilustrar su escrito, titulado “Disidencias”, Lindo habla de la democracia y las cosas que permite, donde en otros sistemas “no les permitirían el menor asomo de disidencia”.
De este modo, la colmunista afirma que “la democracia es ese sistema que me sirve en bandeja opiniones antidemocráticas que serían tachadas de traición a la patria si no fuera porque la democracia nos permite la veleidad de no ser patriotas, de no creer en nada. Ni en la democracia”.
Por ello, y tras insistir en que a pesar de ello prefiere la democracia a la dictadura, dice que “prefieron vivir en un sistema en el que un individuo tiene el maldito derecho a difamar a un pobre obrero que tuvo la valentía de disentir de un Estado represivo. Era un traidor, dicen, un delincuente común, quizá un terrorista. Esas palabras me duelen fisicamente, pero prefiero vivir en un sistema en el que pueden decirse”.
En este sentido, Elvira Lindo considera que las palabras de Willy Toledo “son la forma de conocer a fondo al sujeto que las pronuncia”. Y a continuación hace una sería de recomendaciones a la “gente de la cultura”.
Mucha gente de ese mundo, dice, “se siente incómoda viéndose representada siempre por los mismos. Para combatir esa molestia silenciosa les recomiendo que expresen su desacuerdo asumiendo un principio bien básico: las personas decentes anteponen los derechos humanos a las ideologías”. Y finalmente concluye con un claro mensaje a este colectivo: “desde luego, convendría elegir a otros representantes para liderar causas humanitarias”.