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Un promedio de 10 terroristas de las FARC abandonan cada día las armas

Un promedio de 10 miembros abandonan cada día la organización terrorista de las FARC para reintegrarse por medio de programas de reinserción. Este año van más de 2.700 terroristas desmovilizados (unos 270 al mes), más de los que hubo el año anterior. El Gobierno colombiano ofrece ayuda económica, vivienda, atención sanitaria y formación a quien tome la decisión.

L D (Europa Press) Además, el Gobierno subraya que el perfil de los desmovilizados  es cada vez más de gente con más años en la organización terrorista, y con más responsabilidad. "Eso indica que están desmoralizados", según el ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Muchos de ellos ahora están convencidos de que el camino hacia la justicia social no es la violencia, sino que la vía es, en palabras de Sandra, una de las desmovilizadas, "la palabra, la política, el pensamiento y una construcción social".
 
Con este sistema se han desmovilizado 48.000 personas entre 2002 y 2008, según datos de la Alta Consejería Presidencial para la Reintegración. Unos 31.000 son de desmovilizaciones colectivas, aquellas que salieron de las mesas de negociación con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y de otras organizaciones terroristas, y 17.000 son desmovilizaciones individuales, que son aquellas que provienen de los propios grupos terroristas, principalmente de las FARC. De los 48.000, en estos momentos siguen beneficiándose del programa 36.000.
 
Ruta para la reintegración
 
"Semanalmente se están desmovilizando muchos guerrilleros más de las FARC este año. Estamos hablando de 500 al mes", dijo la gerente de la Alta Consejería María Isabel Agudelo. La funcionaria detalló el proceso de desmovilización de los terroristas.
 
 "Entregan las armas en los puestos del Ejército, de la Policía y en las iglesias. Están un tiempo en los hogares de paz, lugares que dependen del Ministerio de Defensa.  Allí se les identifica y desde allí comienza la atención psicosocial y allí es donde se les interroga, también porque es la forma de saber si son desmovilizados o no. Después de un mes son transferidos a la Alta Consejería. Ellos salen ya a la calle, van al centro de servicios de la ciudad donde van a habitar y allí empiezan su ruta" para la reintegración.
 
El programa de reintegración responde a perfiles individuales y proporciona atención psicosocial, asistencia sanitaria y educación al ex miembro y a su familia, y servicios de apoyo para la reintegración económica: formación para el trabajo y capital para poner en marcha un negocio. No proporciona servicios de seguridad para los desmovilizados, que en el caso de los individuales se trasladan a las ciudades y procuran diluirse entre el resto de la población para evitar ser ejecutados por los propios terroristas, acusados de ser desertores y "sapos" (chivatos).
 
Por parte de la población no suele haber represalias hacia los terroristas desmovilizados, pero en los municipios donde hay muchos éstos se mantienen muy unidos, lo que les hace muy visibles, y esto puede generar rechazo. Cuando se identifican rechazos se ponen en marcha proyectos comunitarios, como los que se están llevando a cabo en 80 municipios del país.
 
Desmoralización
 
El ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, afirmó que este año ya van cerca de 2.700 desmovilizados, o sea, más de los que hubo en 2007, cuando a su vez hubo un 50 por ciento más de desmovilizados que en 2006. Además, subrayó que el perfil de los desmovilizados es cada vez más de gente con más años en el grupo terrorista, y con más responsabilidad. "Eso indica que están desmoralizados", dijo. "Se sienten derrotados, sienten que el propósito de tomar el poder no es posible", explicó el ministro.
 
Santos dijo que las FARC tienen también un problema serio de mando y control. "Gracias a eso fue posible la Operación Jaque y haberles puesto en ridículo con el niño Emmanuel", apuntó. Además, según el ministro, les falta capacidad para combatir y "ya no están confrontando al Ejército, están recurriendo a operaciones terroristas, muchas veces vestidos de civiles". Asimismo, no tienen capacidad para reclutar y han tenido que recurrir al reclutamiento forzado de niños.
 
Sobre el nuevo líder de las FARC, "Alfonso Cano", el ministro comentó: "Todo el mundo ha dicho que porque Cano viene de la universidad y es más urbano y más culto de lo que era "Manuel Marulanda" tendrá más propensión al diálogo, eso hasta ahora no se ha demostrado. Hay quien dice que eso no es cierto, que es más radical, esperemos que no sea así".  Y añadió que el Gobierno está dispuesto a negociar.
 
El ex terrorista "Isaza", que vaticinó el final de las FARC por la descomposición interna. Atahualpa, por su parte, consideró que los terroristas están muy fraccionados y que "Alfonso Cano" nunca llegará a tener el liderazgo ni el carisma que tuvo "Manuel Marulanda" dentro de la organización terrorista. "La balanza se inclina más a favor de "Mono Jojoy". En un momento dado, acosados, podría haber un enfrentamiento", dijo.
 
Dos ejemplos de desmovilización
 
Atahualpa (55) y Sandra (28) decidieron dejar las armas y recibieron ayuda económica, vivienda, atención sanitaria y formación. Él colabora a menudo con el Ministerio de Defensa, pero sigue buscando trabajo. Ella estudia ingeniería de sistemas en la universidad.
 
Después de más de 30 años en la el grupo terrorista, Atahualpa, "desencantado", se desmovilizó. "Me dolió mucho la desmovilización (...). Aún los considero como mis hermanos a los que están allí, aunque ellos me consideren a mi un traidor, un desertor", admitió el terrorista desmovilizado. Este campesino indígena siempre creyó en los ideales del grupo terrorista, pero observó que "sus motivos ideológicos se estrellaron contra un muro". "Ese tren se descarriló y el motivo fue que cuando las FARC se fueron metiendo poco a poco en el cuento del narcotráfico, se fueron transformando las ideas y se trastocó todo", explicó.  
 
Sandra, por su parte, reconoce que salió del grupo terrorista "no por convicción", sino porque su vida corría peligro dentro de las FARC y no quería dejar a su hija huérfana. Como terrorista, fue enviada para recuperarse de una bronquitis aguda al pueblo y allí fue capturada. Quedó en libertad por falta de pruebas para procesarla judicialmente, pero recibió una carta del Ejército por medio del padre de su hija, otro desmovilizado, para que se entregara. En ese momento, en el interior de la organización terrorista se desconfiaba de ella porque había sido detenida. "Salí porque me convertí en un elemento de desconfianza ante mi propia organización", resumió.
 
 
  
 

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