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Uno de los testigos en el juicio por la masacre de Bali afirma que entrenó terroristas en Mindanao

Mubarok, alias “Utomo Pamungkas”, uno de los indonesios acusados del atentado de Bali del pasado octubre confesó haber entrenado con la organización terrorista del Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI) en tácticas de combate en el sur de Filipinas.

LD (Agencias) El indonesio Mubarok, alias “Utomo Pamungkas”, ha testificado durante el juicio que se celebra en Yakarta contra el ulema Abu Bakar Baasyir, considerado el líder espiritual de la Yemaah Islamiya (YI), supuesto brazo de la red Al-Qaeda en el sudeste asiático. El periódico Philippine Daily Inquirer publica que tras reconocer su pertenencia a la citada organización terrorista, Mubarok relató que uno de los dirigentes le llevó a la isla de Mindanao donde vivió durante seis meses enseñando religión y tácticas de combate a los rebeldes en uno de sus campos en la provincia de Cotabato. El testigo agregó que él adquirió conocimientos sobre el uso de las armas, explosivos y tácticas de combate durante unas "vacaciones" en Pakistán entre 1991 y 1994, subrayó el rotativo.

En el juicio contra Baasyir declararon además otros tres indonesios implicados en la masacre de Bali, en el que murieron 202 personas y más de 350 resultaron heridas, en su mayoría turistas extranjeros. El clérigo indonesio no está acusado de ese atentado, pero sí de estar implicado en una serie de ataques terroristas a varias iglesias de Yakarta en Nochebuena de 2000, que causaron 19 fallecidos, y de conspirar para derrocar al Gobierno y establecer un Estado Islámico en Indonesia. Baasyir niega todos los cargos pero, de ser declarado culpable, puede ser condenado a la pena de muerte.

El FMLI, que lucha desde 1979 por el establecimiento de un Estado islámico independiente en el sur de Filipinas, ha sido vinculado por las autoridades en reiteradas ocasiones con otros grupos terroristas regionales. Las declaraciones de Mubarok se produjeron pocas horas después de que la cúpula del FMLI anunciara un alto el fuego unilateral para retomar el diálogo de paz con el Gobierno de Manila, una acción que las autoridades filipinas han acogido con cautela.

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