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Discurso íntegro de José María Aznar ante Rajoy y la plana mayor del PP

Por su interés, reproducimos íntegramente el discurso de José María Aznar en la Convención Nacional del PP.

Hoy es 6 de octubre. Quedan 45 días, sólo 45 días para la cita más importante con las urnas que los españoles hemos tenido en mucho tiempo. La más importante por la gravedad de los daños que los socialistas han causado a España y por la difícil situación que tendrá que afrontar el próximo Gobierno de la nación, el Gobierno que va a presidir Mariano Rajoy.

La responsabilidad es enorme, la tarea es ingente, y la necesidad de tener cuanto antes un buen Gobierno es perentoria. Un Gobierno que tendrá como primera e ineludible tarea recuperar para España y para los españoles la confianza malgastada por años de frivolidad, de extremismo y de irresponsabilidad.

Y el pilar de esa confianza, que los españoles quieren recuperar y que España necesita reconstruir, es la que ofrece nuestro partido, el Partido Popular.

Los españoles saben que el Partido Popular es un partido seguro, fiable y cumplidor que puede presentar un buen balance. Saben que tenemos buenos equipos, de gente que trabaja con seriedad y con vocación de servicio.

No tenemos que esconder ni nuestras siglas ni nuestros principios. No nos tenemos que disfrazar para pedir el voto. Se nos reconoce por nuestro compromiso con España. Ésa es nuestra identidad.

Somos un partido que ha sabido gobernar y que ha sabido hacer oposición. Que en cada circunstancia ha buscado lo mejor para España y para los españoles. Que ha sabido ganarse la confianza de mucha gente porque nuestro proyecto es moderado, es reformista y es integrador.

Nosotros llamamos a los españoles dispuestos a entenderse en todos los acentos. Proponemos un proyecto de concordia entre todos, sin burlas ni menosprecios; para trabajar con todos los españoles; para recobrar la esperanza en un futuro mejor y la ambición de las grandes tareas comunes.

Ahora se habla mucho de 1996. Se puede explicar por qué se perdió, pero sobre todo se puede explicar por qué se ganó. Y cómo nos pusimos a trabajar para sacar España del agujero de paro, despilfarro y corrupción en el que la habían dejado los socialistas. 

Nada ocurrió por casualidad. Recibimos una pésima herencia y hubo que tomar decisiones muy serias para sacar el país adelante. Lo hicimos y podemos decir que con éxito. Ahora la herencia será aún peor. Tendremos que tomar decisiones y llevar a cabo las ambiciosas reformas que vuelvan a hacer de España un país de empleo y oportunidades.

Queremos recuperar la confianza en nosotros mismos y en las posibilidades de España.

Queremos recuperar el respeto a la ley, porque la ley es el baluarte más firme de nuestras libertades.

Queremos garantizar la cohesión nacional, basada en la libertad, en la igualdad y en la solidaridad entre todos los españoles.

Queremos recuperar la credibilidad de España en Europa y en el mundo, porque sin ella no saldremos de la crisis.

Todo esto forma parte del proyecto que defiende el Partido Popular.

Este partido es obra del esfuerzo y del sacrificio de mucha gente. Algunos con el sacrificio incluso de su propia vida. Quiero recordar a todos ellos y a todas las víctimas. Y, en especial hoy, aquí en Málaga, a José María Martín Carpena, asesinado en julio de 2000. Debemos recordarles siempre.

Hay momentos en los que el recuerdo de las víctimas de los terroristas es más intenso. Y éste es uno de ellos. Se habla del final de ETA. Eso es lo que queremos, y antes que muchos otros fuimos nosotros los que creímos y dijimos que podíamos acabar con ETA mientras otros se apuntaban a aquello que llamaban el "empate infinito".

Algunos piensan que para conseguir el fin de ETA lo mejor es darles la razón. He dicho en muchas ocasiones que ETA no debe lograr jamás ningún precio ni por matar ni por dejar de matar.

ETA sólo acabará si la derrotamos. Sin condiciones. Y haciendo efectiva esa derrota. Si paga por sus responsabilidades. La única posibilidad que tiene ETA es que abandonemos, y parece que es en lo que están algunos.

Derrotar a ETA significa que esta banda no pueda desplegar su proyecto totalitario en las instituciones vascas y navarras con una coalición que no condena el terrorismo.

Derrotar a ETA significa que no se suplique cada día a la banda terrorista que por favor haga algún gesto, alguna declaración, algún documento, algo que se pueda llevar al próximo mitin y que justifique la colección de cesiones que se le están regalando.

Derrotar a ETA significa que el perdón es un derecho que sólo corresponde a las víctimas. Y que no se puede ofrecer nunca como moneda de cambio.

Derrotar a ETA significa no convertir a Bildu en los hombres de paz del momento porque no lo son.

Os decía que este partido es obra del esfuerzo de muchos. De todos vosotros. Del trabajo político de todos los militantes y simpatizantes en cada pueblo, en cada barrio, en las instituciones y en la calle. Un trabajo admirable, ejemplar, que los ciudadanos reconocen con su voto y que van a reconocer aquí en Andalucía tanto el 20 de noviembre como en las próximas elecciones autonómicas, las elecciones del cambio y la esperanza de Andalucía que lidera Javier Arenas.

Es obra del esfuerzo, en primer lugar, de nuestro presidente fundador, don Manuel Fraga, desde los años de la Transición.

El otro día fui a verle a su casa. Me recibió, como siempre, con todos los periódicos leídos y subrayados. Los ha tenido siempre todos leídos, subrayados y recortados desde muy temprano. Agradeció mucho la visita y pasamos un buen rato. Antes de marchar, me dio recuerdos para todos vosotros. Sabe que os acordáis mucho de él, y él también se acuerda de vosotros.

La historia del Partido Popular sería inconcebible sin Manuel Fraga. A todos los que acabáis de estrenar responsabilidades políticas, a los que vais a hacerlo muy pronto, y a los que tenéis la legítima ambición de ser dirigentes muy principales de nuestro partido, os pido que toméis como ejemplo tres cualidades, en mi opinión fundamentales, de Manuel Fraga: honrada pasión política, inagotable capacidad de trabajo y vocación vital de servicio a España.

Nuestra tarea es de servicio a España y a los españoles. No lo olvidemos. Porque un partido se muestra a la sociedad a través de sus dirigentes. Sobre todo a través de sus principales dirigentes. Porque son ellos quienes marcan la línea política y porque es a ellos a quienes miran los españoles a la hora de confiar, o no, en nuestro proyecto político.

Hoy nuestro líder es Mariano Rajoy. Y trabajar para el Partido Popular significa hoy trabajar con un objetivo: asegurar que las urnas den a Mariano Rajoy un amplio respaldo. Mariano va a ser el próximo presidente del Gobierno de España. Sabe que cuenta con el apoyo de todos nosotros.

Los españoles miran a nuestro partido, y miran a Mariano Rajoy, para recuperar la confianza perdida. La serenidad, la seriedad, la experiencia y el buen sentido de Mariano son sólidos avales para recuperar esa confianza. Son la primera garantía para el Gobierno que necesita España.

España necesita un Gobierno serio, solvente y capaz. Decidido a poner la casa en orden; a poner fin a años de enfrentamiento y división. Y decidido a que, entre todos, levantemos el edificio que tiene que acoger nuestro futuro común de éxito y prosperidad.

España necesita un buen Gobierno porque los socialistas nos salen siempre muy caros: nos arruinan el presente y nos hipotecan el futuro.

Nos ha salido muy cara su invención de derechos que no son tales y el desprecio a las leyes en vigor.

Nos ha salido muy cara su decisión de burlar la Constitución por la puerta de atrás para contentar a sus socios y compañeros de viaje.

Nos ha salido muy cara su sesuda tesis de que el dinero público no era de nadie, por lo que podía gastarse sin freno en cualquier ocurrencia.

Nos están saliendo muy caros sus tratos para mostrar a los terroristas como hombres de paz.

La burbuja socialista ha estallado y ha dejado al desnudo la vacuidad de sus dirigentes y el vacío de su proyecto.

Ha estallado y cinco millones de parados les contemplan.

Ha estallado y desde Europa les envían cartas diciéndoles lo que tienen que hacer.

Ha estallado y los terroristas pueden admirar el espectáculo aposentados en nuestras instituciones democráticas.

La burbuja socialista ha estallado y ha dejado a España más debilitada, más empobrecida y más entrampada que nunca.

Ahora los socialistas pretenden simular que sobre España se ha estrellado un meteorito en forma de crisis financiera internacional. El meteorito son ellos mismos.

Con los socialistas siempre ocurre lo mismo. Sus recetas y el interés de España son contradictorios. Quieren hacer pasar su insolvencia por patriotismo. Y además esperan que les aplaudamos cuando ni siquiera ellos mismos son ya simpatizantes de sí mismos.

Los españoles han desenmascarado este juego de engaños del socialismo. Nosotros no tenemos ese dilema. Para servir a España el socialismo tiene que dejar de ser lo que es. Nosotros lo que tenemos que hacer es seguir siendo lo que somos.

Los españoles saben que nosotros sí somos militantes y simpatizantes de las ideas que defendemos. Saben que somos un partido dispuesto a decir la verdad y a hacer las reformas que España necesita.

La primera reforma que España necesita, que más que una reforma será una revolución, será recuperar la normalidad, hacer las cosas como se debe, respetar las instituciones, que es respetarnos a nosotros mismos. Habrá que poner en marcha la Revolución de la Normalidad.

Lo normal es no gastar más de lo que se ingresa.

Es que todos puedan disfrutar del espacio público.

Es que los padres puedan responsabilizarse de la educación de sus hijos.

Lo normal es que se reconozca y se proteja el valor de la vida humana.

Es que los estudiantes hagan exámenes. Que se recompense el esfuerzo.

Lo normal es que nuestros jóvenes tengan perspectivas de empleo y de futuro.

Es que se aliente la iniciativa, el éxito, el emprendimiento y la creación de riqueza y empleo.

Lo normal es cumplir los compromisos.

Es que el Gobierno defienda los intereses de España.

Lo normal es respetar la Historia de tu país, y no reabrir las heridas del pasado.

Es no excluir a nadie y contar con todos.

Es tener un Estado que funcione con lealtad institucional, cooperación y austeridad.

Es que cuidemos nuestra lengua común.

Lo normal es que las víctimas sean reconocidas y los verdugos paguen por sus crímenes.

Es trabajar por la derrota de los terroristas.

Es que los delincuentes cumplan sus condenas.

Lo normal es proteger la nación y fortalecer lo que nos une.

Volver a la normalidad es volver a la sensatez, a la credibilidad, a ser reconocidos como un país serio. Es no cansarnos de nuestros propios éxitos. Es que no nos cansemos nunca de ser normales.

La normalidad significa que un gobierno sabe lo que tiene que hacer y nadie tiene que mandarle cartas detallándole los deberes pendientes. En realidad, la normalidad significa que esas cartas no lleguen a escribirse nunca.

La revolución de la normalidad significa asentar el Estado Autonómico y no alimentar la deriva de 17 mini-estados inviables.

La revolución de la normalidad significa también recuperar la ambición compartida de país. Significa querer trabajar juntos. Significa querer hacer de España una de las mejores democracias del mundo.

Es tiempo de poner en marcha esa revolución de la normalidad.

Tiempo de esfuerzos, de reformas, de transformar la crisis en oportunidades.

Es tiempo de sacar a España del paro masivo, del retroceso social y del deterioro institucional. Y de ponerla de nuevo en el camino del éxito.

Es tiempo de elegir y de elegir bien. Y hay que explicar muy claro que no da igual quien gobierne y cuál ha sido el coste del desgobierno de estos últimos ocho años.

La inmensa mayoría de los españoles ya nos dieron su confianza en mayo y debemos explicarles por qué España necesita que nos la vuelvan a dar ampliamente ahora.

Es tiempo para la mejor política, para la política con mayúsculas.

Es tiempo de pedir a los españoles un mandato claro, y un amplio respaldo en las urnas, para poder acometer con todo el impulso posible y con la máxima urgencia todas las reformas necesarias. Es tiempo de Mariano Rajoy.

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