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El nuevo Gobierno "gatopardo" de Griñán

Decía el personaje de Lampedusa que "es necesario que todo cambie para que todo siga igual". El presidente andaluz recuerda con sus cambios a aquellos gobiernos tardofranquistas que pretendían cambiar algo para no cambiar el régimen autoritario heredado del general Franco.

Decía el personaje de Lampedusa que "es necesario que todo cambie para que todo siga igual". El presidente andaluz recuerda con sus cambios a aquellos gobiernos tardofranquistas que pretendían cambiar algo para no cambiar el régimen autoritario heredado del general Franco.

L D (Pedro de Tena) Al final, el régimen franquista se suicidó a sabiendas aportando una gran lección de altura de miras y de grandeza política y se dio paso a la democracia. En Andalucía, es absolutamente impensable que el PSOE dé paso generosamente al cambio, un cambio que ni representa ni representará Griñán, ni por trayectoria, ni por edad, ni por ideas, si bien representa un paso hacia una socialdemocracia moderada y una sociedad más abierta.

A pesar de las poses y los desfiles de palabras, quedó claro que con quien no tiene mucho que ver el nuevo presidente es con una Izquierda Unida andaluza, anclada en el más rancio comunismo y con la que es difícil incluso hablar. En el debate del miércoles, quizá su parte más interesante fue el severo rapapolvo que Griñán arrojó sobre el comunista Diego Valderas, que fuera en su día, gracias al voto del PP, presidente del Parlamento andaluz.

Valderas, en un discurso patético, además de considerarse en posesión de la verdad, cosa nada anormal en los herederos del viejo marxismo leninismo, resucitó incluso el marxismo, con citas expresas, y lanzó loas y ofrendas al Estado en cuanto tal sin matizar muy bien la clase de Estado al que se refería. Naturalmente, ninguna autocrítica apareció por su horizonte ideológico. Por ello, Griñán, frío y técnico, le aplicó el medicamento de la lógica y los números a su enfermedad "senil". Sus argumentos a favor de la sociedad abierta y de la competencia, aunque le restringiera sin que sepamos por qué a los servicios,  fueron una corriente de aire fresco en esas densas petrificaciones mentales de la izquierda andaluza.

El debate con Javier Arenas, con el que le unen más cosas de las que ambos reconocen, fue vistoso. Griñán no es el plúmbeo Chaves ni tiene lapsus verbales. Su problema es que ha sido designado, que lleva en la Junta desde 1982 y que ha sido los últimos cinco años consejero de Economía, precisamente cuando negó la crisis y el paro ha subido. Por si fuera poco, cumple pronto los 63 años. Javier Arenas, en su línea habitual, esquematizó treinta o cuarenta cuestiones concretas del cambio que defiende y las arrojó sobre el atril de Griñán, que apenas respondió a lo concreto deambulando por un tejado de ideas sin estrellas.

Es decir, quedó claro que el cambio de verdad lo representa Arenas y que el sucedáneo, la pantomima del cambio, la representa Griñán, no personalmente considerado, sino como presidente de una Junta controlada por el PSOE. Su dimensión de gobierno "gatopardo" viene determinada por la presencia en él del segundo insultador mayor de Andalucía, Luis Pizarro, querellado por Javier Arenas por llamarle de todo, hasta "matón de discoteca". Que este personaje, jefe del clan familiar y político de Alcalá, principal apoyo político de Chaves durante años, vaya a ser consejero de Gobernación según todos los periódicos y fuentes consulados, da incluso miedo.

Por otra parte, la presencia de Mar Moreno, a la que Chaves no invitó a su Interparlamentaria madrileña no hace ni dos meses, deja clara la interferencia, por ahora menuda, de Rodríguez Zapatero en el seno del PSOE andaluz. Una vez defenestrado Manuel Chaves, uno de los últimos reductos del felipismo histórico y de Suresnes, todo parece indicar que el PSOE andaluz entra en una etapa de transición en la que todo es cambiable, menos el régimen de poder impuesto por el PSOE a la tierra de María Santísima. Naturalmente, Zapatero, presunto candidato del PSOE a las elecciones de 2012 si Dios(Felipe y Prisa) no lo remedia, comprende, incluso él, que la realidad del granero andaluz se ha deteriorado y que es preciso recuperar impulsos y ganas si quiere repetir. Por eso, le urge arreglar ahora el cisco catalán, perdidos Madrid, Galicia y seguramente Castilla la Mancha, otro bastión.

La operación "Rosa Aguilar" es una estocada al corazón de Izquierda Unida, cada vez más hundida a pulso en Andalucía. Oír discursos como los de Sánchez Gordillo o Valderas, no idénticos salvo en el dogmatismo acrítico y simplificador del comunismo sureño procastrista y prochavista, del Chávez venezolano. La cuestión está bien clara: o me apoyáis o acelero el bipartidismo andaluz con la liquidación total de la tienda de campaña de IU.  Griñán pretende conseguir así un hipotético apoyo de la menguante IU en caso de necesitarlo en 2012...él, si es candidato, o quien lo sea

Mantiene en el gobierno a la impresentable consejera de Cultura, Rosa Torres, que tiene a parte de su familia y sus amigos implicados en un caso de amiguismo e influencias poco soportable que ya publicamos. Introduce a su fiel Carmen Martínez Aguayo, natural, y da paso al marido de Carmen Calvo en Presidencia. Todo normal y de Córdoba.  Lo demás, es gobierno Chaves con la excepción de la abogada granadina Begoña Álvarez y Antonio Ávila.

Es decir, hay cambio, sí, el necesario para que todo queda como estaba. El régimen se reproduce a sí mismo. Griñán no llegará a la tierra prometida del 2012. Eso ya ha quedado claro. Zapatero ha hablado.

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