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Iñaki Arteta denuncia el miedo y el silencio de la sociedad vasca frente a ETA

En este sangriento aniversario de ETA, el cineasta Iñaki Arteta va mucho más allá de las simples condenas y los manidos discursos de la clase política. Arteta pone negro sobre blanco en El Mundo lo que ya ha plasmado en su filmografía: el miedo que ha corrompido moralmente a la sociedad vasca.

El miedo, bajo la cama, es el artículo que firma Iñaki Arteta en la edición de este viernes del diario El Mundo, en el 50 aniversario de la banda terrorista ETA. Arteta, que ha dedicado buena parte de su filmografía –Trece entre mil, El infierno vasco, Voces sin libertad– a dar voz a las víctimas de la barbarie etarra y de la presión nacionalista en general, analiza los efectos menos visibles pero no menos dañinos de 50 años de terror, que han devastado moralmente a la sociedad vasca.

Arteta pone el acento en "la lucha íntima que cada ciudadano ha mantenido en estas cinco décadas contra el miedo. ¿El miedo a qué? ¿Yo, miedo?". El cineasta explica que "como una rutina adquirida por nuestro comportamiento, se ha temido y se teme. No se trata de que nos puedan matar por la calle; sabemos que muy pocos, poquísimos, tienen ese riesgo. Sin embargo, consciente o inconscientemente, se teme".

Un miedo que condiciona desde hace décadas la vida en el País Vasco: "Se deja de comprar, de leer, de frecuentar algún lugar o a alguien porque está marcado, se disimula en una lengua medio aprendida, en los apellidos, en los gustos, en las aficiones, en los lugares que se eligen, a los que no se iría nunca, se teme no ser suficientemente de la tribu".

En este sentido, el autor subraya que "se ha callado tanto y durante tanto tiempo que a buen seguro nos habrá dañado alguna parte de nuestro cerebro: la fibra de nuestra dignidad. Han callado los buenos y los menos buenos, creyentes y no creyentes, jóvenes y mayores, los que dicen que pasan y los que dicen que ya han visto demasiado. Sólo a unos pocos se les ha oído. Locos".

"No hemos ejercido la compasión, ni la caridad, ni la piedad, por miedo. Hemos ignorado, abandonado, despreciado a los que más han sufrido las consecuencias del más cruel terror. Los hemos evitado, porque acercarse a ellos era contagiarse el estigma. Un solo movimiento en su dirección bastaba para que se entendiera el mensaje: Éste no es de los nuestros", denuncia con nitidez Arteta.

Arteta se atreve con una reflexión que muy pocos expresan en alto: "El miedo, motor de nuestros actos, de nuestra indignidad, no nos engañemos, también nos ha traído a Euskadi parte de nuestro bienestar económico, de nuestro estatus político. ¿Quién se atreve a renunciar a lo que en nuestro nombre se exigió bajo amenazas?" Pero, pese a todo, el cineasta deja abierta una rendija a la esperanza: "Me atrevo a decir que hoy corren buenos tiempos, mejores que nunca, para la derrota del miedo, del silencio cómplice y cobarde". Pero, eso sí, concluye Arteta "la última batalla, la definitiva, se libra en nuestra habitación, de noche, en soledad, contra uno mismo".

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