Profundo malestar en el seno del Partido Popular por el guiño de José Luis Rodríguez Zapatero al etarra Arnaldo Otegi, a quien desde el Palacio de La Moncloa le aseguraba que sus "pasos" y "mensajes" no van a ser "en balde". Tan mal le ha olido a Mariano Rajoy esta declaración que no ha dudado en lanzar el que ha sido, sin duda, su mensaje más duro sobre la lucha contra ETA en esta legislatura.
"Me inquieta y quiero hacer una valoración. Estas declaraciones no me han gustado nada", sentenció, para acto y seguido recordar que lleva "dos años y medio" apoyando una política antiterrorista que quiere "seguir apoyando". Por eso, recalcó, espera que "no se vuelvan a cometer errores" y que "se haya aprendido" de los cometidos.
Por ello, advirtió a Zapatero ahora aún más alto si cabe que "estaremos vigilantes" porque "estas afirmaciones no le han gustado a la mayoría de los españoles". Y como se siente a negociar con los asesinos, añade su entorno, dos pactos romperán por los aires: el antiterrorista y el de gobernabilidad en el País Vasco. La prueba de fuego es, a ojos del PP, las elecciones locales y forales.
Rajoy solemnizó, una vez más, su "no a la negociación", aunque no quiso ver en las palabras del jefe del Ejecutivo que ya se estén produciendo contactos. No obstante, y por si acaso, ya ha dado la orden de que se pregunte directamente a los responsables. El presidente de los populares vascos, Antonio Basagoiti, telefoneará al lehendakari, Patxi López, y el responsable de Justicia del partido, Federico Trillo, hará lo propio con el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.
"Sin embargo, a nadie se le escapa que el único que manda aquí es Rubalcaba. Patxi López está fuera de todo conocimiento", aseguran en Génova, donde lo dicho por Zapatero ha provocado honda preocupación y muchos apuntan, como cada vez que los gestos de negociación se visualizan, a las advertencias ignoradas de Jaime Mayor Oreja.