El ben que pido para este asesino asqueroso, es que viva otros 52 años más y que engorde medio kilo diario.
Uy, sí, pobrecito este señor...
¡Vamos hombre!, ya debería haber muerto hace mucho tiempo y nos hubiéramos ahorrado el montón de dinero que ha costado su manutención a cuerpo de rey durante 30 años. Al fin y al cabo sus víctimas aún siguen enterradas.
Cincuenta y dos años. ¿Qué va a hacer ahora este hombre? ¿Cómo se va a ganar la vida? ¿Alguien se hará cargo de él? ¿Volverá al terrorismo? ¿Se pondrá en contra de las ideas que han echado a perder su juventud o las defenderá como una forma de justificar su existencia? ¿Ha intentado suicidarse alguna vez? ¿Tiene familia? ¿Se irá a Venezuela a conocer lo que es vivir en el paraíso socialista? ¿O se meterá a monje benedictino?
Que el Señor le ayude, porque de las personas no debe esperar muchos. Ni de los “suyos” ni de nadie más. Pobre exiliado de la vida. Qué desastroso es el terrorismo. Para todos.
Hay una errata en el segundo apellido de Jon Aguirre. En realidad es Aguirano.
Juas, juas que pringao.
Todos sus jefes están en la calle gracias a Zapo, y los que le convencieron para entrar en ETA jamás han visto un cárcel, y los que le inculcaron el odio chupando de presupuesto.
Hala gudari. A mamarla.