Menú
Diana Molineaux

Voten, please

A pesar de los cientos de millones de dólares gastados por Al Gore y por George Bush para llegar a la Casa Blanca, la elección la decidirá menos de la mitad de los noteamericanos, pues es improbable que la participación electoral supere el 50% de las personas con derecho a voto.

Después de repetir hasta la saciedad los slogans electorales, ha llegado la hora de convertir los argumentos en votos y la campaña republicana dedica a este esfuerzo final 80 millones de dólares con la esperanza de que el entusiasmo generado entre los simpatizantes del candidato republicano se materialice en una mayor participación. Esto significa que, ahora, los esfuerzos ya no se dirigen a pescar votos entre los indecisos, sino a cerrar la venta entre los que se inclinan hacia Bush.

También los demócratas hacen un esfuerzo semejante, aunque con menos dinero pues creen que sus simpatizantes pueden compensar con creces, a base de fidelidad, los millones que Bush dedica a conseguir votos.

¿A qué grupos se dirigen ahora los candidatos? En el caso de Bush, son las familias de las zonas residenciales, además de aquellos que no necesitan estímulos porque ellos mismos hacen proselitismo, como son los conservadores religiosos y la Asociación Nacional del Rifle. Mientras, a Gore le ayudarán dos grupos muy entregados y con cierta disciplina, como la Asociación Nacional para Promover a la Gente de Color (NAACP), los sindicatos, los maestros y los abogados.

En esta coalición demócrata resaltan los abogados, cuyo elevado nivel de ingresos y poder contrasta con los mensajes populistas de Gore y con su fustigado incesante de "los ricos" entre los que ellos mismos se encuentran, o los "intereses especiales" a los que sirven.

El apoyo de los abogados a Gore se debe a la simbiosis de los últimos años entre los demócratas y los juristas, que se han beneficiado más que nadie de la posibilidad de querellarse contra las tabacaleras y esperan un nuevo maná en indemnizaciones de las aseguradoras médicas, gracias a las leyes que Gore propone.

Una práctica muy extendida aquí es la de los "pleitos de una clase", en que un grupo de personas perjudicadas por el mismo motivo se constituyen en "clase" y, en vez de pagar honorarios, tan solo pagan las costas legales y los abogados esperan a cobrar un porcentaje de la indemnización. Esto da lugar a situaciones grotescas, en que las víctimas cobran unos 15 dólares cada una, pero el abogado se embolsa varios cientos de miles o incluso millones y, en el caso de las tabacaleras, miles de millones de dólares.

El procedimiento es tan lucrativo, que hay más interés entre los estudiantes prometedores por convertirse en abogados que en economistas. Los bufetes buscan clientes particulares, de los que cobran un porcentaje mucho mayor que de la "clase", con anuncios televisados como "todos los médicos son humanos, todos los humanos se equivocan. Si a Vd. le han tratado equivocadamente, llámenos. Si tiene Vd. un teléfono, tiene un abogado". Los perjudicados no son tanto los médicos como los pacientes en general, que han de pagar elevados honorarios para cubrir las primas de seguro de los médicos, que les compensan si son víctimas de este tipo de pleitos.

En el caso de los maestros, su sindicato contribuye generosamente a las causas demócratas a cambio del monopolio sobre la enseñanza pública. En cuanto a los sindicatos, están completamente entregados a Gore hasta el punto de que el del automóvil consiguió un día de asueto para sus afiliados el martes, con el fin de que vayan a votar y confían que así decidirán la balanza en favor de Gore en el estado de Michigan, gracias a los millares de obreros de Detroit.

En Michigan, sin embargo, los sindicatos compiten con el corazón de sus afiliados, pues es una zona con grandes aficiones cazadoras y resistencia a los controles de armas que defiende Gore. Es un campo abonado para los slogans de la Asociación Nacional del Rifle, que ve en una presidencia de Bush la mejor garantía de que se mantenga el derecho constitucional de llevar armas y es posible que los sindicatos tengan resultados menos espectaculares de lo previsto.

La Asociación Nacional del Rifle tiene millones de afiliados que a menudo se sienten acorralados por las críticas contra los propietarios o comerciantes de armas y están muy motivados para ir a votar a favor de Bush y, más aún, en difundir la voz y predicar a sus vecinos y colegas para que hagan otro tanto.

Donde Gore tiene un público super fiel es en la NAACP, pues en estos momentos tan solo el 15% de los negros se inclinan hacia Bush, a pesar de que el 60% de ellos favorezcan la reforma de la enseñanza propuesta por el candidato republicano. El problema aquí es que generalmente la participación electoral negra es muy baja, hasta el punto de que las aspiraciones demócratas es que pase del 10 al 12%. Aunque aumentara en mucho más, los negros son una minoría de tan solo el 12% de la población y no compensan la participación de otros grupos.

Bush puede contar en cambio con el apoyo de los conservadores religiosos, que estos días apenas se dejan ver, pero que trabajan silenciosamente en sus iglesias y congregaciones para convencer a la gente de que vaya a votar y ponga fin al cinismo y la degeneración moral de los últimos años.

A pesar de todos los intentos, los expertos preven que la participación sea semejante al 49% de 1996, pues ni los slogans ni las acusaciones mutuas han convencido a los norteamericanos de que sus ahorros y su bienestar personal estén en peligro, gane quien gane.

En Opinión