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Katia Borrás

A la luz de las velas

Un viejo proverbio alemán dice que el amor entra por el estómago. ¿Habrá sido el vino alsaciano que regó la velada el que ha servido para limar asperezas entre franceses y alemanes? Por influencia de Baco o no, lo cierto es que esta reunión informal ha servido para que Chirac y Schröder hayan podido mitigar las diferencias que quedaron suspendidas en el aire tras la cumbre de Niza del pasado mes de diciembre.

Un poco de sal y otro poco de pimienta, y Chirac y Schröder, los jefes de Gobierno, y Vedrine y Fischer, sus respectivos ministros de Exteriores, han acordado reactivar los transportes Castor de residuos radiactivos, tema que había ensombrecido las relaciones entre ambos países en los últimos meses. Ahora el material radiactivo alemán reciclado y almacenado en la central francesa de La Hague se devolverá a Alemania, y Francia acogerá nuevas partidas alemanas.

Un aliño agridulce condimentó el plato principal de la integración europea. El ingrediente dulce corresponde a la decisión de celebrar, a partir ahora, un banquete cada par de meses para que alemanes y franceses puedan diseñar una táctica común en el proceso de reforma de la Unión Europea. El agrio equivale a la discrepancia de cómo llevarla a cabo. Mientras que los alemanes abogan por el federalismo como solución para el futuro de Europa, los franceses defienden una Europa de nacionalismos.

A la postre y tras café, copa y puro, Schröder y Chirac sostuvieron que ambas partes ven una oportunidad histórica de hacer causa común en la creación conjunta del futuro de Europa. Ambos con los mismos derechos y obligaciones. Igualitos. Para que no se le indigeste la cena a ninguno.

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