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Katia Borrás

El lastre del pasado

El proceso judicial contra el ex terrorista Klein por su participación en el ataque contra la asamblea de la OPEP de 1975 en Viena ha revuelto el pasado de Joschka Fischer. De “antiestatalista a representante estatal", así definía la trayectoria del ministro alemán de Exteriores el eurodiputado y ex dirigente de mayo del 68, Cohn-Bendit, en unas declaraciones al semanario Der Spìegel.

Pasar de la militancia de la extrema izquierda a ser el más alto representante de la diplomacia alemana tiene, desde luego, su mérito. Quienes lo defienden alegan que tal trayectoria sólo puede explicarse a partir de una profunda capacidad de autocrítica. Saber apearse de ciertas convicciones que pueden conducir al estancamiento, hasta puede calificarse de loable. Renovarse o morir.

El proceso contra Klein ha enfrentado a Fischer con sus contactos de entonces, entre los que figura Schiller, la ex terrorista de la RAF. Ciertas contradicciones entre su declaración como testigo en el juicio contra Klein y otras efectuadas a la prensa han llevado a representantes de ciertos sectores a interponer siete denuncias contra Fischer por falso testimonio. Sólo en caso de que el asunto llegue a querella, el Bundestag podría privar a Fischer de su inmunidad parlamentaria. La oposición gubernamental de la CDU, por su parte, no pierde baza y exige su dimisión.

Volviendo al caso de Klein, el tribunal que le ha encontrado culpable de la autoría de tres asesinatos, intento de homicidio y secuestro, ha considerado su trayectoria vital, tanto antes de 1975 como después, y ha aplicado una ley no vigente en la actualidad, la de testigo de cargo, que reduce su condena a 9 años en lugar de la cadena perpetua que le correspondería según la legislación actual.

Durante estos más de 25 años, Klein atravesó un largo proceso interno de reconversión para alejarse paulatinamente de su pasado y llegó a servir de gran ayuda en la lucha contra el terrorismo. El tribunal ha considerado que esta condena leve le permitirá cultivar perspectivas de futuro. El fiscal y el abogado defensor de Klein lograron convencer al tribunal de que, con su penosa trayectoria biográfica, el ex terrorista ya habría pagado parte de su castigo.

Ahora que Fischer se tiene que enfrentar a sus propias
contradicciones, quienes le defienden alegan que un argumento similar podría valer también para él. Si a Klein se le reconoce haberse reorientado hasta volver a los cauces del civismo digno de un Estado de derecho para aminorar su pena, ¿porqué se le sacan los trapos sucios a Fischer, que nunca fue terrorista y que hoy desempeña un papel tan destacado en la política alemana?

Fischer ha mentido y deberá desvelar qué versión es la correcta, además de reconocer su perjurio públicamente. Evidentemente, el asunto será aprovechado por sus enemigos políticos para desprestigiarle hasta cargárselo, si pueden.

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