Menú
Emilio J. González

Un brindis al sol

Este lunes se ha iniciado la cuenta atrás para culminar el proceso de privatización de Iberia. El Estado todavía es propietario del 53,6% de la compañía de bandera española pero, en las próximas semanas, se desprenderá de esa participación sacándola a Bolsa.

Iberia empezará a cotizar en un momento difícil. Las perspectivas
sobre la evolución del mercado de valores en los próximos meses
cotizan a la baja. Además, el comportamiento de las compañías aéreas europeas que están en Bolsa ha sido, por lo general, peor que el del conjunto del mercado. Sin embargo, la aerolínea española tiene una cosa a su favor. Los indicadores de rentabilidad de la empresa que preside Javier de Irala son mejores que la media europea. De todas formas, el Gobierno no quiere sorpresas en la OPV y ha fijado un precio de salida bajo con el fin de facilitar la colocación, todo un señuelo para atraer a los inversores después de que Airtel y el Grupo Correo hayan decidido retrasar su salida a Bolsa debido a que las condiciones que reinan en estos momentos en el parquet son poco favorables para este tipo de operaciones.

En la aerolínea española, sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Su balance está más saneado que el de sus rivales europeas. Parece que los cien mil millones que se destinaron en 1995 a este fin han surtido el efecto esperado. Pero la compañía sigue teniendo dentro de ella un cáncer, el germen de crisis futuras, y tiene nombre y apellidos. Se llama Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas, es decir, el por desgracia famoso Sepla. La propia compañía, en el folleto de la OPV que depositó la semana pasada en la Comisión Nacional del Mercado de Valores, ya advierte de los riesgos futuros para la compañía que supone este sindicato que, hasta ahora, ha demostrado ser bastante fuerte. El último ejemplo, la huelga de celo que llevó a cabo a finales de febrero. Y es que al Sepla no hay que tomárselo a broma.

El problema para el inversor no se plantea en la actualidad, sino de
cara al futuro. Supongamos que la empresa tiene que racionalizar sus costes para mantener y mejorar sus niveles actuales de rentabilidad. Entonces, tendrá que incidir necesariamente en los gastos de personal, puesto que los pilotos de Iberia cobran, aproximadamente, entre un 30% y un 50% más que sus homólogos de otras compañías aéreas. ¿Qué hará entonces la dirección de Iberia? Porque el presidente de Sepi, Pedro Ferreras, se las promete muy felices al amenazar a los pilotos con la retirada de la licencia para volar en caso de nuevos conflictos, pero ¿y si son todos los de la compañía? ¿Se atreverá con todos ellos? ¿Tiene pilotos para que los sustituyan? Una bravuconada de vez en cuando no viene mal, pero tratándose del Sepla debería tener una base sólida. Y las palabras de Ferreras parecen poco más que un brindis al sol.


En Opinión