Por primera vez la prostitución ha llegado al Parlamento alemán y no por culpa de algún congresista poco discreto. Al contrario, han sido exclusivamente diputadas de todos los partidos, las que han defendido a las mujeres que se dedican al oficio más antiguo del mundo.
La Cámara Baja alemana, Bundestag, debatió el pasado viernes un proyecto de ley presentado por la coalición rojiverde para mejorar la situación de las prostitutas. Todas las formaciones políticas, sin excepción, coincidieron en que debe mejorarse, aunque discreparon en el método a seguir.
El Estado alemán, que, como todos, considera inmoral esta profesión, obliga a las prostitutas a tributar impuestos, pero veta su acceso a las prestaciones sociales. Con la nueva ley, las señoras y señoritas que alquilan sus servicios sexuales podrán exigir a su burdel un contrato laboral reglamentado. Además, los morosos podrán ser denunciados en toda regla. La legislación, sin embargo, no obliga al consumidor a revelar su nombre, con lo cual, las prostitutas lo tendrán difícil a la hora de presentar denuncias.
También los prostíbulos adquirirían derechos. A partir de la aprobación del proyecto de ley, las madamas podrán establecer horarios de trabajo, distribuir preservativos o cobrar comisión sin delinquir, actividades que hasta ahora se penalizaban por fomento de la prostitución.
Los socialdemócratas (SPD) y democristianos (CDU) han coincidido en que en ningún caso debe normalizarse la prostitución para evitar situaciones como el anuncio de las vacantes de los lupanares en oficinas de empleo, por ejemplo.
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