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Diana Molineaux

Sonaron las 12

George Bush consiguió el pasado mes de enero el sueño que los presidentes republicanos acariciaron durante casi 50 años, de que su partido controlara las dos cámaras del Congreso, algo que no ocurría desde que en la Cámara de Representantes consiguieron mayoría los demócratas con el presidente Eisenhower. Aunque la mayoría del Senado dependía del voto del vicepresidente para romper el empate 50-50 entre republicanos y demócratas, Bush tenía por primera vez líderes amigos que defendían su agenda, algo que escapó incluso al popular Ronald Reagan, quien tuvo que ceder una y otra vez ante los congresistas demócratas.

Pero a Bush le ha pasado algo así como a la Cenicienta y le sonaron las 12 en el baile del poder a tan solo cuatro meses de entrar en la Casa Blanca. Hoy se encuentra igual que sus predecesores durante medio siglo, con la única diferencia de que, en vez de fallarle la Cámara, le falla el Senado tras la deserción del legislador de Vermont, James Jeffords, que se ha declarado independiente y ha prometido votar con los demócratas en las cuestiones clave. El punto decisivo ha sido la elección del líder del Senado, que ya no será Trent Lott, de Mississipi, sino Tom Daschle, de Dakota, quien devolverá a Jeffords el favor convirtiéndolo en presidente de una comisión.

Bush cogió el toro por los cuernos y, dos horas después de que Jeffords anunciara su decisión, aprovechó un discurso para expresar su desacuerdo con el senador que, de todas formas, se caracterizó durante años por votar junto con los demócratas más de la mitad de las veces. Lo que no comentó es el efecto que el cambio tendrá: Los votos del Senado serán iguales, pues Jeffords votó con los demócratas la mayoría de las veces, pero la nueva cúpula senatorial actuará al revés que la anterior y aprovechará todos los resortes disponibles para entorpecer la agenda de Bush que puede ver relegadas, o incluso olvidadas, las iniciativas que necesitan de apoyo legislativo y que simplemente no se presentarán a debate.

El descontento republicano apunta hacia Bush, a quien acusan de haber presionado excesivamente a Jeffords. Pero algunos funcionarios de la Casa Blanca señalan la inutilidad de seguir cediendo ante Jeffords: los 98 años del senador republicano Thurmond ponían en riesgo de todas formas el control del Senado y Bush podría haber perdido la mayoría y los principios.

El cambio de Jeffords no es frecuente (en 20 años, dos republicanos se han pasado a los independientes y uno a los demócratas, mientras que 13 demócratas se han hecho republicanos), pero corresponde a sus ideas y a las de su estado. Confirma la tendencia de un alineamiento geográfico, con los conservadores en el Sur y los progresistas en el Norte y Nordeste. Para consuelo de Bush, el crecimiento económico y demográfico está en el sur mientras que el norte, incluido el estado de Nueva York, pierde peso específico en el conjunto del país.

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