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Emilio J. González

Greenspan da la alarma

Se veía venir. La segunda estimación del crecimiento económico en Estados Unidos durante el primer trimestre del año ha terminado con la ilusión de ese aumento del PIB del 2% que dieron los cálculos preeliminares, para dejarlo en el 1,3%. Y es que no parecía posible que la actividad productiva estadounidense se recuperase con tanta fuerza en medio de la oleada de despidos masivos protagonizadas por las grandes empresas norteamericanas.

Ahora las cosas parecen más coherentes con la realidad, lo que no quita para que en la tercera y última revisión el dato final sea aún más bajo. Pero, en este contexto, una o dos décimas ya importan poco. Lo que realmente cuenta es el estado de salud de la economía estadounidense que, en medio de signos contradictorios sobre su posible fortaleza o debilidad, los datos van confirmando que la salida de la crisis no va a ser en V, como sugirió inicialmente el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, sino que, con un poco de suerte, quizá empiece a remontar a final de año.

El propio Greenspan empieza, por fin, a reconocerlo. El pasado jueves, durante una conferencia, ya advirtió que las cosas no marchan bien, que la desaceleración es más intensa y duradera de lo que se preveía y que está dispuesto a volver a bajar los tipos de interés para socorrer a la economía estadounidense. La pregunta es para qué, puesto que todavía no han empezado a dejarse sentir los efectos sobre el crecimiento de los recortes por un total de 2,5 puntos realizados en los últimos cinco meses.

Las palabras de Greenspan, además, transmitieron cierto alarmismo a los mercados en unos días en que estaban empezando a recobrar el pulso. Y es que la advertencia de una posible nueva relajación de la política monetaria se ha interpretado como que las cosas están todavía peor de lo que el “maestro” admite. Eso no es una buena noticia para nadie, porque la debilidad de la economía estadounidense significa debilidad de las economías europeas y del resto del mundo, porque el escenario de crecimiento económico previsto para los próximos años se viene abajo. Ahora sólo falta saber si en Estados Unidos estamos hablando de una desaceleración intensa o de una crisis aún más seria. Y es que, hasta ahora al menos, el aumento del paro estadounidense, que ya se está produciendo, era la puerta de entrada de las crisis económicas. ¿La nueva economía supondrá un cambio en este sentido? Veremos.

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