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Ignacio Montes

Sabrina, alma blanca en negro pozo

De radiante blanco se vistió la ganadora. Triunfó la pantera y la lógica. Emocionada y temblorosa -sentimos como propias sus lágrimas- salió Sabrina de la Casa de los Horrores. De entre todo lo putrefacto que ha poblado en ese hogar, ha sido ella lo más dulce y sutil que ha dado el Gran Hermano. Algo así como sacar de la basura un fresco ramillete de menta.

Fresca esperaba mostrarse Mercedes Milá en esta segunda tanda de horrores. Y la periodista quiso también ser menta, pero sólo alcanzó a ser naftalina. Viejos olores en un desván en el que nada ha sido nuevo. Ni siquiera el polvo.

En la recta final -desafiando con sus encantos al resto de macacos- quedaron un guarrete y vago aunque gracioso Fran el de los guarrillos y una sentimental y bonachona con plumero, fregona y Ajáx incluidos Mari la potingues.

Mari se lleva un kilo, Fran un viaje (que piensa compartir con ella, la Mari) y Sabrina 20 millones, la admiración de media España y el saber que la sencillez es a veces la mejor arma y no los afilados cuchillos que se empañaron en esconder tantos monos maléficos.

Zeppelin echó el resto en la noche final. Ovni, helicóptero y efectos especiales incluidos en la casa de Guadalix de la Sierra, miles de fanáticos en la Plaza de Toros de Alcalá de Henares y una nerviosa y desmesurada Milá en los estudios de Tele 5, engalanados para la ocasión con luces de colores como para iluminar toda África.

De entre los muertos resucitó Ismael el surfero molón para entregar a la bella los millones del premio. Y en el candor de la despedida, mi prima Merche -que volvió a vestir los pasteles que tanto le gustan para dulcificar sus dislates- nos anuncia nueva aventura. "Nosotros empezamos ahora a trabajar en el Gran Hermano de 2002". Resignación.

Antes de irme...

He de sacar dos conclusiones. Primera: Alguien por fin se dio cuenta del espanto que nos provocaban tantos y tan impresentables monos e hizo triunfar a una mujer joven, guapa, inteligente, tímida, romántica y sobradamente preparada. Segunda: La Milá es como un carro de batalla capaz de ganar cualquier guerra. La hemos puesto verde pero ella ya anuncia un regreso. Volverá, como vuelven las oscuras golondrinas, para enturbiarnos de nuevo el alma. Si se empeña, acabará enamorándome.


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