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Katia Borrás

Las actas de la Stasi

A pesar de que la semana pasada el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Berlín prohibió a investigadores el acceso a los protocolos de espionaje realizados sobre el ex canciller Kohl por la Stasi, el antiguo servicio secreto de la ex Alemania Oriental, el debate no ha hecho más que empezar.

Desde entonces el ministro alemán del Interior, Otto Schily (SPD) y la encargada federal del archivo de la antigua policía secreta germanoriental, Birthler (Los Verdes), no paran de lanzarse puyas. Mientras que Schily extrapola el fallo a las actas de otros personajes relevantes de la vida pública alemana y ha ordenado a Birthler que se atenga al fallo del tribunal y vete también el acceso al resto de los documentos, la jefa del archivo ha anunciado no sólo que recurrirá la sentencia, sino que continuará permitiendo la consulta de las actas previo aviso de los afectados. Birthler cree que el fallo en favor de Kohl dificulta seriamente la investigación de la Historia alemana reciente.

Según dicta la “Ley sobre Actas de la Stasi” en vigor desde hace 10 años, las actas personales del ex servicio secreto de la RDA sólo deben estar disponibles para los propios interesados, aunque también las administraciones públicas o patronos pueden consultar si sus empleados eran o no agentes del servicio secreto. En el caso de Kohl, los actuales responsables de los archivos consideraban que, por su relevancia histórica, la investigación de sus actas estaba justificada. Los defensores de Kohl, en cambio, se han basado en su condición de víctima y a su derecho a vetar a terceros el acceso a los protocolos.

La contradicción en la que incurre Kohl se basa en que, al entenderse como víctima del espionaje, no admite su calidad de personaje histórico aunque nunca le molestó portar el título de Canciller de la Reunificación. Lo curioso además, es que, con esta demanda, arremete precisamente contra una ley que estuvo en vigor durante 9 años de su mandato y que fue aprobada en su época.

Durante todo este tiempo, el antiguo canciller Helmut Schmidt nunca se opuso a que los investigadores consultasen los protocolos elaborados por la Stasi sobre él. Kohl, en cambio, ha interpuesto una demanda para ocultar su contenido. El ex canciller cuestiona así una institución aprobada por él mismo hasta que ha supuesto un riesgo para su ya maltrecha integridad política y un peligro para su imagen de “reunificador” que quiere proteger a toda costa para no prescindir de un protagonismo en los libros de Historia.

Arremetiendo contra la institución coincide paradójicamente con los antiguos dirigentes comunistas que critican la posibilidad de consulta de las actas de la antigua Stasi por entenderlas como herramienta política de los vencedores de la guerra fría contra los herederos de los perdedores.

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