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José Hermida

Racismos y Pisuergas digitales

Hace veinticinco años, la gente entraba en conversación en los andenes del Metro para matar el tiempo mientras se esperaba al siguiente tren. Si se conseguía cruzar algunas palabras con una persona de raza negra o bien oriental, constituía un acontecimiento lo bastante relevante como para ser comentado más tarde en la oficina o en la comida familiar. No es una chanza: aquellos eran tiempos en los que la gente solía comer en casa y no había tantos problemas de colesterol.

El impacto brutal de las drogas a mediados de los años setenta, con su inmediata secuela de atracos, la sucesión de situaciones de crisis económicas y finalmente el fenómeno de la inmigración, dieron al traste con las situaciones de camaradería con el personal exótico. Tras el pasado 11 de septiembre, la situación es irreversible.

El Departamento de Estado norteamericano realiza anualmente un sorteo de visas entre países en vías de desarrollo, a fin de que ciudadanos de zonas desfavorecidas se instalen en los Estados Unidos. Algunos años se llegan a sortear hasta cincuenta mil permisos de residencia entre las personas que las solicitan. Hay empresas que se dedican a gestionar las solicitudes, como USA Green Card Office, que cobran una módica cantidad por el papeleo para esta lotería de la redención occidental. Este año se ha decidido excluir a los países de zonas islámicas. Los países subsaharianos tendrán preferencia, por razones obvias.

Pero, ¿y los otros racismos? En la web hay muchas páginas con analectas de Sabino Arana, que resultan como mínimo chocantes, como Perlas de Sabino Arana, La Página Web del Nacionalismo y muchas otras.

Llaman la atención de forma especial los apartados dedicados al uso del idioma local por los gitanos o a las reprimendas dirigidas a los catalanes porque “les place –a los catalanes– que hasta los municipales aragoneses y castellanos de Barcelona hablen catalán”. Pero como curiosidad, nada igual a A Páxina das Ranciadas, un desconcertante espacio web gallego que reivindica el derecho a la venganza (sic) contra los invasores mesetarios, con diferenciaciones raciales incluidas.

Las manifestaciones racistas en la Red pueden llegar hasta curiosas contradicciones, como los ensayos Evolution and White Supremacism que publica la web StarDestroyer, de inspiración bíblica, y que apoyados en los libros sagrados, escritos por hebreos, explican la inferioridad natural de esos mismos judíos. El Pisuerga pasa por la localidad que más convenga, si ello conviene a las conclusiones finales del discurso.

En la web Poder Blanco se reproducen las FAQs de Hispania Gothorum (por cierto, una web de cuidado diseño) acerca del Supremacismo Blanco de Derechas con el que difícilmente se podría identificar una persona conservadora. Se explica allí que en la película The Wall la cual, curiosamente, se mostraba en contra de las ideologías fascistas, aparecen unos skins que se dedican a expulsar a los pakistaníes de Inglaterra y cuyo símbolo en la ficción era un martillo. La paradoja es que las escenas tuvieron tal impacto que de ahí surgió el movimiento hammerskins (“skins del martillo”).

Conviene decir que estas extrañas situaciones, apuntadas de forma vaga e ingenua en La naranja mecánica y que consisten esencialmente en adscribirse a una ideología que carece de ideología, se podrían evitar recuperando los niveles adecuados de instrucción del bachillerato. Pero tal vez eso sea demasiado pedir.

Un amigo de Barcelona nos ha contado que sus dos hijos, adolescentes y separatistas convencidos, viajaron el pasado verano al País Vasco para hermanarse con los locales, puesto que, a la postre, también los visitados eran víctimas de la opresión española. De una Herriko Taberna salieron salvos, pero humillados, por hollar tan selectivo entorno no siendo naturales de la zona. Entre los insultos que recibieron, uno destaca por su extraña camaradería nacionalista: les llamaron “españoles de mierda”.

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