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José Hermida

Una Red plagada de sordos

Los buenos negociadores saben que cuando se produce un punto muerto, o lo que es lo mismo, una situación en la que las negociaciones se estancan, la estrategia más inmediata consiste en la invocación de datos objetivos. Por ejemplo, imagínese que quiere alquilar una oficina, pero que le piden un precio desorbitado para la zona. Un dato objetivo viene dado precisamente por los precios que allí se están pagando. Si la invocación se basa en parámetros ciertos, no cabe duda de que el arrendador tardará en conseguir un contrato que consigne el precio que solicita, pero cada mes que haya pasado sin conseguir su objetivo, el arrendador deberá sufrir las consecuencias de un lucro cesante, por lo que lo más probable es que pronto llegará un momento en el que objetivamente comience a perder dinero si no cede en el precio (el mercado no bromea con estas cosas).

Cosa bien distinta es lo que sucede en las negociaciones en las que intervienen factores emocionales, y lo cierto es que la política se encuentra seriamente afectada por distorsiones que no siempre buscan un fin objetivo, ya que los votantes están ahí, expectantes, y si no ven actitudes aguerridas y sangre en la arena, se llevan su voto a otra parte. En el terreno particular, lo mismo sucede entre las familias mal avenidas.

Algo de todo esto sucede con el Banco Mundial y el tema de la pobreza: las organizaciones antiglobalización ni siquiera están de acuerdo con esta institución en lo que significa "globalización". La institución elabora tediosos documentos perceptiblemente dirigidos hacia organizaciones expertas en el tema, mientras la amalgama de contrarios, que abarca desde asociaciones de amas de casa hasta ecologistas incendiarios (asunto bastante curioso, por cierto) dirige proclamas a sus acólitos, de tal modo que, entre los unos y los otros, nos quedamos sin saber las cifras, las causas y, por tanto, los remedios que serían de posible aplicación.

Esto lo pueden comprobar por ejemplo en el Programa de Intervenciones Objetivo (PTI) del Banco Mundial. Para empezar, la información sólo se encuentra disponible hasta el año 1999, pero en cualquier caso, se muestra que desde 1992 se han puesto en marcha centenares de proyectos (sólo en 1998 había 240 proyectos en marcha). Los resultados son bien escasos y el BM no lo oculta: a lo largo de los últimos diez años sólo se ha conseguido reducir la pobreza extrema de ciertas regiones en un diez por ciento, algo que se encuentra directamente relacionado con el crecimiento de la población en los países menos desarrollados.

Pero ustedes tendrán serios problemas si quieren encontrar alguna opinión al respecto por parte de los grupos antiglobalizadores. Las proclamas no suelen aportar datos, a no ser que éstos produzcan espanto y refuercen las opiniones negativas (ya vimos algo de todo esto con relación a los sesgos que de forma mayoritaria, la prensa en general se dedicó a publicar acerca de las terribles muertes que nos aguardan como resultado de las acciones bioterroristas).

El BM ha salido a la palestra defendiéndose de las definiciones difusas de la palabra. En Globalización según el BM tienen a su disposición, y en español, los datos objetivos acerca de Inversión Extranjera directa, Corrientes de los Mercados de Capital y otros extremos relativos a los procesos de los mercados internacionales. Por desgracia, sólo se presentan datos hasta 1998, lo que constituye un fallo importante por parte del Banco.

De todas formas, lo importante es que podemos constatar las cifras de transferencias de capitales que el mundo occidental ha alcanzado en esa fecha y sobre todo, la comprobación de que en modo alguno se trata de estrategias surgidas desde plataformas de Nuevas Tecnologías: los procesos comenzaron en los primeros años cincuenta (por cierto, ¿nadie había caído en la cuenta de que el Benelux, embrión europeo por excelencia, fue el primer intento de "mini-globalización"?).

¿Acaso la exportación de la revolución soviética no era un proceso globalizador? Por supuesto que sí. Lo que sucede es que los estrategas soviéticos tenían tal convencimiento en el éxito de su programa para el empobrecimiento global del mundo que jamás se le pasó por la cabeza que la gente preferiría pasarse de vez en cuando por las urnas antes que repetir a diario consignas en cuya redacción sólo habían participado, en el mejor de los casos, los comisarios políticos.

El BM lo expone con claridad: "quizá no sea sorprendente que a veces se use el término globalización en un sentido económico mucho más amplio, como otro nombre del capitalismo o de la economía de mercado, pero esto no es de mucha ayuda".

La Declaración de Siena (Italia) en septiembre de 1998, preparada por la Junta Directiva del Foro Internacional sobre la Globalización (FIG) y firmada por más de 40 organizaciones de 20 países (la representación española corrió a cargo de AEDENAT, Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza) presentaba el siguiente texto final: "La globalización económica, en lugar de brindar beneficios para todos, ha traído al planeta al borde de la catástrofe ambiental, en medio de una agitación social sin precedentes, con la economía de la mayoría de los países en escombros, y un aumento de la pobreza, el hambre, la carencia de tierras, la migración y la dislocación social. Hoy día puede afirmarse que el experimento es un fracaso."

Lo curioso es que el texto anterior, así como el enlace al FIG está... ¡en la página web del Banco Mundial! Sin embargo, no encontrarán referencias de esta índole entre los sitios web de los enemigos de esta institución. Sólo encontrarán declaraciones de éxito. Y mientras tanto, el problema de la pobreza sigue adelante, absolutamente fuera de control.

En cuanto a proclamas crípticas, inductoras de borreguismo masivo sin facilitar la menor información para que los convocados conozcan los motivos por los que se reclama su presencia, no se pierdan la inefable Convocatoria de movilización antiglobalización en Washington. Nunca se dijo menos en tanto espacio.

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