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Alicia Delibes

Matemáticos en congreso

En España existen cuatro sociedades matemáticas de cierta importancia: la Real Sociedad Matemática Española (RSME), la Sociedad Española de Matemática Aplicada (SEMA), la Sociedad de Estadística (SEIO) y la Sociedad Catalana de Matemáticas (SCM). La primera de ellas, que en su origen estaba integrada en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, estuvo varios años paralizada hasta que en 1997 inició una fase de reconstrucción. Al hacerlo se encontró con que quienes se dedicaban a la matemática aplicada habían formado ya en 1991 su propia sociedad, que los estadísticos ya tenían la suya y que los matemáticos catalanes andaban por libre. La RSME, resurgida de entre las cenizas de la inoperatividad, ha derrochado una gran actividad en estos últimos años y cuenta hoy con más de 500 socios, muchos los cuales lo son también de SEMA; edita una revista, La Gaceta”, se ocupa de las Olimpiadas Nacionales e Internacionales de Matemáticas y lleva la batuta de cuanto “sarao” se organice en torno a esta particular rama de la ciencia.

La pasada semana, la Real Sociedad Matemática Española ha celebrado su 2º Congreso en Puerto de la Cruz (Tenerife). En la última sesión de este congreso la comisión de educación de la RSME ha presentado un informe sobre la situación de las matemáticas en la enseñanza secundaria que, una vez discutido, deberá ser enviado a la ponencia del Senado que se creó el año pasado para tratar sobre esta cuestión. El documento —debatido en el congreso— con una retórica difícil de entender pretende recoger la opinión más “consensuada” de sus socios sobre la situación en la enseñanza tras la implantación de la LOGSE y su sistema “comprensivo”. Resulta farragoso y es difícil entender bien lo que quiere decir, aunque después de una atenta lectura he llegado a sacar las siguientes conclusiones: Para los autores del informe, la prolongación de la enseñanza obligatoria y gratuita hasta los 16 años no ha sido un capricho socialista sino que respondía a una imperiosa necesidad social. Los tres principios que inspiraron la LOGSE: “comprensividad, atención a la diversidad y equidad” son para la RSME dignos de alabanza. La situación de la enseñanza pública es alarmante porque el PP no ha puesto a disposición de profesores y centros los medios necesarios para llevar estos principios a la práctica.

Según los elaboradores del documento ante la próxima Ley de Calidad, prometida por el gobierno, entre sus socios se dan dos posturas. La de los que piensan que se deben abrir itinerarios diferentes y la de aquellos que creen que lo que hay que hacer es cumplir el principio “logsista”, hasta ahora desatendido, de “atender a la diversidad” dentro de la misma aula (lo que supone duplicar o triplicar el número de profesores por cada grupo de 25 o 30 alumnos). Aseguran que todos sus socios están de acuerdo en que lo verdaderamente importante para mejorar la enseñanza de las matemáticas en los centros públicos de secundaria es que la Administración proporcione a éstos más y mejores medios: “Son necesarias medidas concretas de dotación de profesorado de apoyo, de formación de profesores, de dotación de medios a la red de centros sostenidos con fondos públicos, tal vez de modificación de estructuras arquitectónicas en los Centros de Secundaria (porque no se facilita, para un alumnado poco motivado, el explorar material didáctico o el adquirir una actitud positiva hacia las matemáticas, sentado en un pupitre anclado en el suelo, como en una clase magistral)”.

El documento analiza también el auge de la enseñanza privada en estos últimos años y expone su temor a que la sociedad, “que se rige en gran medida y fuera del entorno escolar por unos principios de competitividad”, no entienda ni valore la eficacia del sistema comprensivo tan beneficiosa para educar en un “contexto de convivencia común a toda la población” y busque refugio en la enseñanza privada. Ante afirmación tan peregrina no entiendo cómo se puede mantener que la escolarización obligatoria y gratuita hasta los 16 años en el sistema de uniformidad que la LOGSE contempla era una imperiosa necesidad social.

Lo más interesante del documento es el reconocimiento, por parte de la RSME, de la falta de acuerdo entre los matemáticos españoles de lo que su profesión significa, de lo que debe estudiar alguien que quiere llegar a ser investigador, profesor universitario de matemáticas o profesor de bachillerato. Por muchos documentos que elaboren, si los matemáticos empiezan por no saber qué quiere decir ser matemático, si se hallan en plena crisis de identidad, mal podrán ofrecer soluciones coherentes a la situación tenebrosa de las matemáticas en la enseñanza secundaria.

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