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Isaac Katz

El gasto del Gobierno

Mucho se ha dicho sobre el engendro impositivo que aprobó el Congreso mexicano, pero nada se ha mencionado sobre el gasto del gobierno.

Los políticos creen que el gobierno, a través de su gasto, realmente hace una contribución al desarrollo económico del país y por eso cada año buscan incrementar el presupuesto público. Sin embargo, la evidencia indica exactamente lo contrario: entre mayor sea el gasto del gobierno, menor es la tasa de crecimiento económico. Con información de 1930 al 2000, se observa que cuando el gasto del gobierno federal como porcentaje del PIB fue menor al 15%, la economía creció en promedio al 5,3%, mientras que la tasa de crecimiento para niveles de gasto superiores al 15% fue de únicamente 3%. Hay cinco elementos que explican esta relación inversa entre gasto del gobierno y crecimiento económico: la estructura y tasas de gravamen del sistema impositivo, la composición del gasto, la eficiencia en el ejercicio del gasto, el desplazamiento de la inversión privada y la valuación que la población le otorga a este gasto.

Primero, es cierto que el gobierno para financiar su gasto requiere imponer gravámenes a los agentes privados, pero es clave que el diseño del sistema tributario sea eficiente, tanto en su estructura como en las tasas impositivas. Un diseño ineficiente, así como altas tasas impositivas para buscar una recaudación que permita financiar un gasto gubernamental mayor al 15% del PIB, como lo que acaban de hacer nuestros legisladores, generan una asignación ineficiente de recursos en la economía e inhiben el trabajo, el ahorro y la inversión, por lo que la economía crece a menores tasas.

Segundo, la estructura del gasto del gobierno es importante. Mientras mayor es la proporción que se destina al gasto corriente, particularmente a pagar los sueldos de la burocracia, menor será el impacto sobre el crecimiento que tendrá el gasto ejercido. Los burócratas no generan riqueza sino que por el contrario, al actuar como maximizadores de rentas, inhiben que el sector privado la genere. Si el gasto del gobierno se destinara en una gran parte a ampliar la capacidad de producción de la economía, principalmente en obras de infraestructura de transporte y urbana, esto se convertiría en un detonante de la inversión privada y del crecimiento. En México observamos a partir de la década de los setenta una explosión en el número de burócratas por lo que una parte significativa del gasto se destina a sueldos, lo que en nada contribuye al crecimiento.

Tercero, nadie gasta peor que el gobierno. La ineficiencia que caracteriza al gobierno resulta en un espectacular derroche de recursos. Los proyectos de inversión rara vez son evaluados y en consecuencia muchos de ellos tienen un valor presente negativo es decir, en lugar de generar riqueza la destruyen. Por otra parte, el diseño de la intervención del gobierno en la economía es muy ineficiente, destacando la educación, sin duda el principal rubro en el cual el gasto del gobierno puede hacer una contribución efectiva y permanente al desarrollo económico. Sin embargo, un sistema en el cual el gobierno ofrece la educación en lugar de subsidiar la demanda deriva en una educación de muy mala calidad, por lo que la rentabilidad del gasto también es muy baja.

Cuarto, cuando el gobierno gasta y extrae recursos de la sociedad significa que el sector privado dispone de menos recursos para consumir e invertir, fenómeno que se agudiza si el gobierno incurre en un déficit fiscal. Esto es muy importante desde una perspectiva de crecimiento, ya que la inversión privada es generalmente mucho más productiva que el gasto del gobierno. Si el sector privado dispone de menos recursos porque el gobierno se los quitó, la economía crecerá menos.

Finalmente, está la valuación que el público le otorga al gasto del gobierno. Dado que el gobierno gasta ineficientemente y con una muy baja productividad, el valor que el sector privado le asigna es muy bajo, por lo que los agentes privados gastarán recursos en los mismos rubros en los que el gobierno está gastando. Así, la duplicidad representa un desperdicio de recursos por lo que la contribución del gasto del gobierno al crecimiento de la economía es prácticamente nula.

¿No cree usted, estimado lector, que ya es tiempo de ponerle un límite al gobierno?

©AIPE

Isaac Katz es investigador y catedrático en el Instituto Tecnológico Autónomo de México.

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