Eufemismos
Si bien se mira, el proceso de formación de una lengua consiste en ir designando nombres por analogía. Fundamentalmente se trata de metáforas o comparaciones y eufemismos o palabras endulzadas. Lo que ocurre es que ese proceso natural a veces chirría, esto es, se produce con brusquedad, sin la música adecuada. Pondré algún ejemplo de la realidad actual.
Estuve el otro día en la Universidad de Bellaterra, donde yo profesé algunos años cuando se fundó ese centro. Grandes cambios, como es natural, también de lenguaje. En la entrada de la Facultad hay una garita para los bedeles, donde guardan sus pertenencias y están de cháchara hasta que se les requiere para algún servicio. La garita lleva un título impresionante. Nada de “portería”, “conserjería” o títulos análogos. Ni siquiera “mantenimiento”. Allí figura con todo el orgullo laboral: “Suport logìstic”. Eso es un eufemismo. Los bedeles u ordenanzas del futuro serán, pues, “asesores logísticos” o algo así.
Hace unos días hemos asistido a esa comedia de enredo por la que el tribunal de tres jueces ponían en libertad provisional a un narcotraficante. Eso era días antes del juicio por el que se le pedían no sé cuántos decenios de cárcel y muchísimos millones de pesetas de multa. Naturalmente, el narcotraficante desapareció. Pues bien, a los tres randas no se les juzga por “provocación”, que sería lo suyo, sino por “desatención de sus funciones”. (De los periódicos, 27-II-02). He aquí otro donoso eufemismo que creará escuela.
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