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Emilio J. González

Arriba y abajo

La economía crece y la Bolsa se hunde. ¿Alguien puede entenderlo? Estados Unidos está saliendo de la recesión y, por lo visto, lo está haciendo con fuerza. En el cuarto trimestre, el PIB norteamericano creció ni más ni menos que el 1,4%, pero más espectacular es que, según los analistas, en este primer trimestre de 2002 podría haber aumentado el 4%, una previsión que la OCDE eleva hasta un espectacular 5%. Con semejantes porcentajes, ¿cómo es posible que la Bolsa de Nueva York esté cayendo, llegando incluso el Dow Jones a perder el nivel de los 10.000 puntos que reconquistó el a finales del año pasado?

En circunstancias normales, el crecimiento económico se traduce en beneficios empresariales: cuanto más dinamismo tiene la actividad productiva, mejores son los resultados de las empresas. Sin embargo, en esta ocasión parece que no está sucediendo así. Las cifras macroeconómicas hablan de fortaleza pero los resultados empresariales envían señales contradictorias: hay empresas que están mejorando sus resultados pero las hay también, y bastantes, que están registrando beneficios peores de lo esperado o pérdidas mayores de lo previsto. ¿Qué es lo que está pasando?

No hay que olvidar que el caso Enron ha destapado todo un rosario de irregularidades contables en las empresas del Dow Jones y el Nasdaq. Bastantes compañías han reconocido que sus resultados eran mucho menores de lo que decían las cuentas; otras han guardado silencio. Ahora pueden estar aprovechando el momento para que sus balances reflejen con exactitud su realidad. De ahí que las cifras de beneficios del primer trimestre que van desgranando poco a poco estén siendo, en conjunto, tan decepcionantes pese a la fortaleza del crecimiento económico porque probablemente la propia situación de las empresas era bastante peor y ahora está mejorando pero no se refleja en los beneficios porque antes las cuentas estaban ‘trucadas’.

De todas formas, las cifras macroeconómicas están señalando con claridad un cambio de tendencia que, a lo largo de este año, posiblemente ya en el segundo trimestre, aparecerá reflejado en los beneficios y, por tanto, en las cotizaciones bursátiles. Las únicas dudas son el momento del cambio de sentimiento en el mercado y la intensidad con que se produzca.

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