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Amando de Miguel

Oratoria política

Cae en mis manos una curiosa revista Trámite parlamentario y municipal. Habría que añadir “municipal y espeso”. Contiene un divertido artículo, “Mucho ruido y pocas nueces”, que firma César Blázquez. Es un estupendo florilegio de los padres de la patria. Me permito entresacar algunas de las perlas que figuran engarzadas en esa pieza de orfebrería periodística. No son propiamente atentados contra la sintaxis como contra la sindéresis, el sentido común aplicado al lenguaje. No puedo decir si los taquígrafos del Congreso recogen exactamente lo que se dice en los debates o procuran enmendarlo un poquito.

Señala un diputado del PSOE: “Usted es un practicante de la ética de la mentira”. Si el hombre ha querido hacer una antífrasis, la figura le ha salido algo desgarbada. Ahora hay “ética” de casi todo, de las verduras y de la bicicleta, pero lo de la “ética de la mentira” es demasiado. Todo empezó con la muerte de Dios y la teología del ateísmo.

La ministra del ramo expresa un objetivo sorprendente: “un camino que espero no tenga vuelta atrás, como es que los ministros de salud de la Unión Europea nos ocupemos de la salud de los europeos”. Aparte de todo, de la salud ya nos ocuparemos cada uno de nosotros. Los ministros y sus edecanes, que se ocupen de la sanidad. La misma ministra Villalobos se refiere “al grave problema o el difícil problema o el fácil problema, depende de la capacidad que tengamos”. Seguramente alude a la capacidad que tengamos para el absurdo.

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