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Juan-Mariano de Goyeneche

Internet, tecnología americana

Quizá en alguna ocasión, intrépido internauta, haya deseado conocer todo lo que ocurre desde que teclea en su navegador la dirección de este su diario favorito hasta que se muestra la página con las últimas noticias. Si, efectivamente, desea saber cómo funciona Internet, no se preocupe: la propia Internet tiene todas las respuestas.

Las páginas web están escritas en un lenguaje estandarizado para que –al menos en teoría– se puedan ver desde cualquier navegador, sistema operativo u ordenador. El lenguaje se denomina HTML y puede consultar sus especificaciones (unas 367 páginas) en el World Wide Web Consortium.

Cuando su navegador se conecta a un servidor para pedirle alguna de esas páginas escritas en HTML, ambos se entienden hablando un conjunto de normas o protocolo común: en este caso, HTTP. HTTP está especificado de forma pública y gratuita en el RFC2616 (176 páginas).

Al igual que usted se encapsula en su coche para ir de casa a la oficina, la petición HTTP se encapsula en un paquete del protocolo TCP (RFC793, 85 páginas). TCP asegura que se cree y mantenga una conexión entre su ordenador y el servidor por la que lleguen las peticiones HTTP y las páginas escritas en HTML.

Es bien conocida la historia de que Internet se desarrolló pensando en que, en caso de ataque nuclear, la propia red fuese capaz de buscar por sí misma caminos alternativos a los destruidos en el ataque por los que seguir enviando la información. Para eso, todos los datos del protocolo TCP se meten en paquetes que siguen el protocolo IP (RFC791, 45 páginas), dotado de esa inteligencia para llegar siempre a su destino.

Claro que, si usted, como mucha gente, se conecta a Internet a través de la línea telefónica usando un módem, es muy posible que esos paquetes IP a su vez se metan (para viajar mejor a través de la línea telefónica lo mismo que usted se mete dentro de un ascensor para viajar mejor desde su piso a la calle) dentro de otros paquetes que siguen el protocolo punto a punto PPP (RFC1661, 52 páginas).

En resumen, todo el funcionamiento de Internet está perfectamente documentado y es accesible gratuitamente y sin restricciones a todo el mundo.

Aun así, se puede pensar que a pesar de todo hay barreras de entrada en Internet si se quiere competir, porque implementar todos esos protocolos en sistemas operativos y navegadores es una tarea ingente y emplear los desarrollados por otras empresas estadounidenses crea dependencia de ellas.

Y aquí es donde, de nuevo, el Software Libre sale en su ayuda. ¿Quiere ver cómo están implementados esos protocolos y muchos más? ¿Quiere modificar la implementación o crear un protocolo nuevo revolucionario como hizo Napster hace unos años? Ningún problema: puede empezar por ver cómo se hace todo en el kernel Linux. Pero si Linux no es de su agrado, puede probar con alguna de las variantes de BSD, el UNIX de Berkeley; tiene para elegir entre OpenBSD, NetBSD y FreeBSD. Aunque si lo suyo son los microkernels de última generación, no lo dude: inspeccione y modifique, si así lo desea, el Hurd de GNU.

Los navegadores son fundamentales en Internet. ¿Quiere crear el suyo propio para tener por fin uno que se adapte realmente a sus necesidades? Quizás no necesite empezar desde cero. Puede que baste con adaptar (o simplemente adoptar) Mozilla, el Konqueror de KDE, o Galeon, o W3m, tal vez Lynx, o quizá su homófono Links, puede que dillo o skipstone.

Con especificaciones técnicas y código fuente de las implementaciones disponibles para todos, ¿quien sabe?, quizá la próxima revolución en Internet la lleve a cabo un muchacho de 15 años que vive con usted y lleva su apellido

(Un catedrático, consejero de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, dice que Europa debe renunciar a Internet porque exige ordenadores, sistemas operativos y navegadores con tecnología estadounidense)."


(El atento lector descubrirá, sin duda, que este artículo es, en su estructura, una burda imitación de muchos de los "Tirando a dar" que desde el año 1986 publicó Luis Ignacio Parada en la sección de Economía del diario ABC. Entiéndase la imitación como un cariñoso homenaje a aquellos artículos que fueron durante mi más tierna infancia lo único que, junto a los chistes, me interesaba y divertía de esa cosa, por otro lado tan aburrida, que los mayores llamaban periódico).




Juan-Mariano de Goyeneche trabaja en el Departamento de Ingeniería Telemática de la UPM.

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